La escena más noticiable en una tarde lúdica y sin tensión clasificatoria se produjo mediada la segunda parte, en las sustituciones. Las ovaciones con las que los escasos 25.000 espectadores tributaron en su salida del campo a Dani Parejo, Carlos Soler y José Luis Gayà, aparte de un signo de gratitud, también es una señal del público sobre los jugadores que quiere que sigan en el proyecto de la temporada 2017-18, en el que se intuyen grandes transformaciones.

Lógicos son los aplausos hacia Soler y Gayà, emblemas identitarios de un club en busca de relato. Pero especialmente llamativo es el caso de Parejo, que acaba el campeonato alcanzando un grado de complicidad con Mestalla nunca visto en sus seis años de vinculación con el club. Aparte de los buenos números, al ser el futbolista más regular en una temporada caótica, y un especialista a balón parado casi irremplazable, al centrocampista de Coslada se le ve más a gusto y tranquilo en los últimos meses, al calor de la estabilidad deportiva lograda con Voro.

Ayer, tras el partido, Parejo estuvo jugando sobre el césped, relajado, sin dejar de hacer fotos a las primeras patadas al balón de su hijo, de año y medio de edad. Esta recobrada felicidad se ha hecho patente, también, en imágenes colgadas la pasada semana en redes sociales, junto a Jaume o Zaza. Lejos parecen los momentos bajos sufridos esta campaña, desde la pretemporada en Inglaterra, en la que fue apartado por el club tras intentar forzar su traspaso al Sevilla, a la polémica por una salida nocturna, en el mes de diciembre. El desgaste anímico se ha frenado.

No obstante, hay una tercera variable, junto a la deportiva y la emocional en el futuro de Parejo: la económica. El Valencia tiene necesidad de vender con otro año sin Europa y, por caché y sueldo (2´5 millones al año), Parejo aparece en el escaparate. Así lo llegó a trasladar el club a algunos de los entrenadores con los que se ha negociado para el próximo curso.

Zaza, al ritmo de Sassuolo

Sin prisa, y ya sin pausa, Simone Zaza continúa alimentando sus registros goleadores. Con el tanto de ayer ya suma seis y se sitúa como Pichichi del equipo junto a Santi Mina y Munir. El atacante de Policoro ha tumbado, con la energía con la que embiste a las defensas, el mito de que es un jugador reducido a las demostraciones de garra. Además del resto de virtudes que contagia, a compañeros y grada, por su carácter, la frecuencia goleadora de Zaza (un gol cada tres partidos), ya se sitúa en el ritmo de eficacia de su mejor campaña en la Serie A, la 14-15, con los 11 goles en 31 partidos con el Sassuolo. Un mérito para un jugador que llevaba sin marcar desde mayo de 2016 cuando fichó por el Valencia, con las pesadillas de la Eurocopa y el West Ham.