Una mediocre segunda temporada consecutiva es un riesgo que, en un club de las aspiraciones del Valencia, deja inevitablemente secuelas. En los dos años de crisis deportiva que padece el club de Mestalla, perdido en mitad tabla tras pasearse por el filo del descenso, la asistencia a Mestalla ha bajado en 7.615 espectadores. Una media de 33.921 seguidores ha acudido esta campaña al estadio de la Avenida de Suecia, lo que supone una ocupación inferior al 62% del aforo.

La imagen es esa, la de un campo que no alcanza los tres cuartos de entrada y que solo en tres ocasiones, ante los tres primeros clasificados del campeonato, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, ha superado los 40.000 espectadores.

Una asistencia que antes era una estampa habitual, una constante invariable, y que ahora solo se alcanza por el caché del rival y el desembarco de aficionados visitantes. En el otro extremo, ha habido cuatro encuentros en los que no llegaron a completarse los 30.000 asientos. Ante Málaga (23.121), Leganés (26.809), Sporting (28.921), Celta (29.307) y Osasuna (24.752). Datos llamativos en los que influyó el contexto de cada partido, ya sea por ser jornada intersemanal ante un equipo de poco gancho, por coincidir con un puente y jugarse tarde, o por no haber ningún objetivo en juego y con el oponente ya descendido.

El bajón, en todo caso, ha ralentizado mínimamente su ritmo respecto a la temporada pasada. La frustración que supuso pasar del cuarto puesto con 77 puntos al caos de ver desfilar a Nuno, Neville, Voro y Ayestarán y caer en picado, provocó un mordisco de 4.213 espectadores respecto al curso 14/15. A pesar del descenso, también se confirma una base irreductible superior a los 30.000 aficionados.

La decadencia deportiva es el pilar principal de este retroceso, al que también contribuyen otros factores: la crisis de las economías domésticas; la competencia de otras ofertas de ocio, también a la baja; los malos horarios que castigan a una hinchada de elevada procedencia comarcal; la comodidad de la oferta televisiva y, por último, el culto al ídolo que arrastra al aficionado juvenil a la hegemonía globalizadora de Barcelona y Madrid, y su garantía de éxito a corto plazo.

Bajada del 20 % en los precios

El Valencia ha intentado contener esta tendencia con una bajada en los precios de los abonos y en las entradas que ha llegado al 20 % en los últimos años. Una reacción insuficiente, y más ante el escenario del próximo verano. De nuevo ausencia europea y un Financial Fair Play muy estrecho, que no dejará margen a fichajes de renombre y obligará a algunas ventas. Tras apelar en la última campaña al orgullo del sentimiento de pertenencia con «Viu el valor», el club perfila en estas fechas su estrategia para la próxima renovación de abonos. Una temporada con dificultades, pero también con el incentivo de poder asistir al año del renacimiento deportivo y con jugadores, como Soler o Zaza, que despiertan identificación.