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Parejo, ese tabú

Parejo, ese tabú

Dani Parejo es como el humor negro. Hay que ir con extrema sutileza en cada sondeo porque uno puede salir lastimado. Parejo está inmerso en unas elecciones primarias constantes de final improbable. A cada curso debe revalidar su estatus y es entonces cuando se enciende una campaña de parejistas frente a antiparejistas, normalmente simplificando la importancia del jugador. No es muy sano para el ambiente y el jugador acaba desgastado.

El hermano de la mujer que escribió «ojalá pierdan? fuck off Valencia» ante una no convocatoria del prójimo no sobra en el Valencia. Más bien faltan jugadores que, como él, atesoren fútbol y sepan conferir fluidez al juego. Parejo mejora a un equipo y allá donde vaya ayudará al fútbol de su destino. Si es que se va, porque deduzco que a este paso terminará siendo nuestro Totti y retirándose con cuarenta tacos vistiendo una casaca valencianista a la cual estarán a punto de encontrarle un sponsor principal.

El problema verdadero con Parejo es de significado. Deducimos que Parejo significa para el equipo algo que es mentira. Creemos que es un medio centro franquicia para el club. Hemos concluido con el paso del tiempo que es la manija obligatoria sin la cual el Valencia se asfixia. Pontificamos sobre su importancia vital. Y no es para tanto. Es poco real.

El falso debate de echarlo por los suelos en lugar de matizar su trascendencia provoca monstruos: hacer ver que Parejo es un manta y un cachivache andante. No, no lo es. Es un futbolista con valor. Esa falacia tiene como resultado las andanadas de un segmento de la grada contra él. Posiblemente es la gente con más expectativas respecto al jugador, por tanto con más decepción.

Pero Parejo, ajustemos su medida, tiene un recorrido limitado en el fútbol español. Abriendo el foco y mirando a la globalidad, es un medio correcto y aseado que nunca ha sido internacional absoluto con España. Visto así, se parece demasiado al Valencia de los últimos años. Y viceversa, el Valencia se le parece demasiado a él. En ocasiones parece más de lo que es, en otras es más de lo que parece.

El listón que él pone supone la media del equipo. Percibo que hemos encajado en la medianía, que nos hemos acostumbrado a a la corrección deportiva, sin mayor ambición; una caída al confort y al «Parejo está bien, a quién vamos a encontrar mejor». Ese debe ser el reto para la dirección deportiva: encontrar a un verdadero cabecilla, un verdadero centrocampista franquicia. Posiblemente entonces la compatibilidad de Parejo con el equipo vaya en aumento porque se liberará de la coraza que el entorno le colocó esperando que fuera lo que no es.

El tiempo, entre tanto, pasa. Parejo tiene 28 años, está en un momento adecuado de su carrera. Pero nos volveremos a equivocar si desbocamos las expectativas sobre su importancia en el equipo. La intoxicación ambiental volverá a transformarse en injusticia y su talento volverá a desperdiciarse. Parejo, ese tabú.

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