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Ja tenim entrenador!

Ja tenim entrenador!

No os dejéis llevar por los rancios ni por los agonías. Después de un 8-0 global en lo que va de pretemporada cómo no vamos a lanzar las campanas al vuelo eh, cómo. Aunque la euforia deba moderarse ya es inevitable estar pensando en batallar por la Liga con un proyecto por banda en el que todavía no se sabe quién jugará pero en el que, albricias, hay entrenador. La máxima de lanzar el alarido de «Ja tenim equip!» cada vez que el grupo despuntaba en un buen partido -un comportamiento sociológicamente analizado por Paco Gisbert en su obra editorial- ha virado a «Ja tenim entrenador!».

A falta de saber quién defiende para el Valencia, quién construye el juego, cuál es la columna vértebra, a qué se puede aspirar, el valencianismo experimenta las sensaciones de las primeras veces. Comprobar en vivo y en directo cómo se amasa un equipo, cómo un técnico impone su criterio y fulmina a jugadores cuya militancia para con el vestuario estaba en duda, cómo se avistan las primeras pizcas de personalidad de lo que quiere el entrenador, cómo los enviados al frente constatan que se está trabajando bien€ Rarezas.

Para Marcelino ser la superstar del momento,el referente bíblico de la manada, tiene varias ventajas y algún inconveniente (pero el inconveniente se dirá en voz baja no vaya a ser que eclipse el instante eufórico por el que transcurre la entidad).

Marcelino disfruta del atractivo de las bajas expectativas. Como contaban estas páginas hace unos meses la debilidad se convierte en oportunidad y el brusco descenso del listón era apetitoso para entrenadores que con simples mejoras podían obtener amplio reconocimiento. «A poco que haga€». Solo llevamos días pero ya estamos ahí.

Marcelino puede aprovechar -lo hace ya- el vacío en la planificación deportiva, la mustia decisión del director del área, para imponer su ley, sus condiciones, su estilo. Es una buena noticia porque sus criterios se alejan del mamoneo y la comercialización y van a la búsqueda de tipos comprometidos y dispuestos a crecer. Porque el cambio que urge en el club no es solo táctico, es de pura mentalidad y eso se revierte yendo bien a fondo del problema.

Los primeros movimientos con antiguos pesos pesados, capitanes tal que Enzo o Alves ejemplifican las prisas de Marcelino por exterminar personalidades que están de vuelta.

El peligro, una advertencia, es que los gobernantes caigan en el atajo y crean con tener al entrenador ya basta; que sirve con practicar el reciclaje. «¡Y encima con un 8-0 de global!». Que se dejen de engañar y de engañarnos. Ja tenim entrenador! Pero nos falta una plantilla. Seguiremos esperando.

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