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Análisis

Nombres propios para la esperanza

El liderazgo de Marcelino ha liberado los miedos de una plantilla regenerada, convertida en una «familia» que vuelve a competir

Nombres propios para la esperanza

Sumido como estaba en la más profunda depresión, la semana del Valencia en la ciudad termal de Évian-les-Bains ha purificado al conjunto de Mestalla, que ha roto con el pasado para comenzar el inicio de lo que parece ser un nuevo proyecto. Unos brotes verdes con varios actores.

El líder Marcelino

En un proyecto sin fichajes estrella, el protagonismo recae en Marcelino García Toral. En su capacidad de extraer la máxima potencialidad que conserva la plantilla, estará la clave de la recuperación blanquinegra. La personalidad del entrenador, con un fuerte carácter, ha sido oportuna para guiar a un grupo joven y anímicamente tocado. En estos días en los Alpes se ha visto a un técnico atento a cada detalle, meticuloso, que ha elevado la exigencia a límites raramente vistos en los últimos años y con una gran habilidad didáctica para impartir su ideario. «No escucho el toc, toc, toc cuando la tocáis con la bota. El toc, toc, toc significa que le habéis dado con el interior, por lo que hay juego colectivo».

Muy comentadas han sido las tiras elásticas con las que ha dividido en cuadrantes el terreno de juego, con una premisa. Que cada jugador sepa cuál es su lugar en el campo. El dominio del espacio es el origen del equilibrio en el campo, el germen primitivo de la identidad que se busca bajo los parámetros del 4-4-2. Un sistema que al que se ha acoplado rápidamente el equipo. El Valencia ha demostrado orden defensivo, se ha desplegado como un equipo con decisiones simples pero efectivas en cada palmo del césped. Ya no parece que nadie haga la guerra por su cuenta. Las rabonas en defensa y demás frivolidades han pasado a mejor vida.

Vestuario regenerado

La línea roja de Marcelino estaba clara. Asumía la tardanza en fichajes por las estrecheces financieras, pero dejó claro que quería a Alves, Enzo Pérez y Aderlan Santos fuera desde el primer día. El vestuario respira un aire menos viciado y las pocas incorporaciones han ayudado a que el ambiente sea más saludable. En este sentido, la llegada del portero Neto se define como el fichaje ideal. Un jugador que insiste en venir porque quiere sentirse importante deportivamente, por encima de cuestiones como el sueldo o el momento actual del club, fuera de Europa. Su perfecto dominio del castellano y su afabilidad en el trato le han integrado de nuevo en la «familia» que aspira a completar Marcelino. Ese es el perfil que deben reunir los fichajes que deben llegar. La confraternización de un vestuario sano se vio en la foto final que se realizó la expedición, empleados incluidos, tras la última sesión. Una anécdota, tal vez, pero que hacía años que no se reproducía.

Parejo, incomprendido

Su nombre desata filias y fobias por seis temporadas llenas de momentos brillantes y oscuros, pero la gran mayoría de entrenadores ha considerado a Dani Parejo un futbolista imprescindible. Marcelino no es una excepción. El técnico cree que el madrileño es un jugador «fantástico» en niveles de motivación e implicación altos, tal como ha sucedido en la estadía francesa. Parejo se ha convertido en el interlocutor de la plantilla ante el cuerpo técnico y el brazalete va a ser suyo. Su objetivo es volver a exhibir el nivel que demostró con los técnicos que mejor le comprendieron, Ernesto Valverde y Juan Antonio Pizzi, ahora a los mandos del Barça y la selección chilena.

Rabia canterana

La dificultad para que lleguen fichajes y la cultura futbolística de Marcelino, criado en la escuela gijonesa de Mareo, ha abierto la compuerta para que fluya la ayuda del filial. Además, se da la circunstancia de que hay una hornada excepcional. Todos, sin excepción, han cumplido con los minutos de calidad, nada residuales, que les ha dado Marcelino. Nacho Gil, Nacho Vidal y Eugeni son los que más posibilidades tienen de ganarse un sitio, si bien el rendimiento ha sido también notable por parte de Sivera (joven y con dos metas por delante), Javi Jiménez (pendiente de la configuración final de la defensa), Centelles (brillante, pero en edad juvenil) y Rafa Mir (autor de un golazo, pero tapado por la presencia de Zaza). Toni Lato y Carlos Soler, éste último aún de vacaciones, ya forman parte del primer equipo. El mayor protagonismo canterano ayudará también a que Mestalla recupere la conexión identitaria perdida con su equipo.

Falta el mediocentro

El nivel del equipo tiene que subir todavía con la llegada de Carlos Soler, Gayà, Cancelo (en interrogante) y Nani, llamados a subir la calidad de un bloque bien organizado. A ellos se les debe sumar el fichaje clave, el mediocentro defensivo, una figura específica con la que no cuenta hasta el momento Marcelino, y que será la pieza clave para potenciar el equilibrio táctico que requiere el equipo.

Zaza y Rodrigo, el gol

Marcelino no ha pedido incorporaciones en ataque. Hay fe ciega en la contribución de Rodrigo Moreno y Simone Zaza. El técnico ha dado libertad para que Rodrigo, dentro de la rigidez defensiva del 4-4-2, se descuelgue en fase ofensiva y saque a relucir su calidad, después de años en los que ha estado más encorsetado tácticamente. De Zaza, el cuerpo técnico elogia su trabajo en la presión, poco habitual en un delantero, y la bondad de su carácter. Están convencidos de su aportación, a pesar de no haberse estrenado en pretemporada y de haber mostrado ciertos signos de frustración por su falta de puntería.

Recuperar futbolistas

Los inputs transmitidos por el club es que no se podrán concretar todas las peticiones de fichajes de Marcelino, que ha asumido que tendrá que recuperar futbolistas para la causa que no entraban inicialmente en sus planes. Uno de esos nombres es Aymen Abdennour, con una salida del club complicada porque ha renunciado a aceptar ofertas de Turquía porque su deseo es irse a la liga francesa. Ha contado con minutos pero, de momento, continúa con su línea errática de sus dos primeras temporadas.

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