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Todos somos del Madrid sin saberlo

Todos somos del Madrid sin saberlo

Florentino señaló en la FOX que en el mundo «casi todos son del Real Madrid. Porque unos ya sabemos que son del Real Madrid y los otros todavía no lo saben». Quiso matizar, mucho cuidado, que lo decía en broma. Porque de lo contrario imagínese a usted mismo, acongojado por la inminencia de Murillo o Kondogbia, sin saber ni tan siquiera que tiene a un Roncero en su interior y que en el subconsciente pierde la cuenta cada vez que enumera las Copas de Europa.

Todos somos del Madrid aunque todavía no lo sabemos, dice -en broma- Florentino. Porque Florentino, cuánta desdicha, no tiene bastante. Le debe parecer escasa la supremacía y en el fondo, pero en broma, claro, debe pensar que a ver cuándo acaba ya el artificio de la pluralidad de credos futboleros. ¡Con lo sencillo que sería si todo el mundo fuera del Madrid! Pero que lo fuera conscientemente, no como tantos que lo son sin enterarse y cualquier día se despiertan zombies y se van corriendo a la playa de Madrid a colocar su toalla de los galácticos.

No tiene bastante, en broma, el señor Pérez. Las prebendas de una competición hecha a medida se le quedan cortas. Los beneficios estelares de competir siendo club en una carrera repleta de SAD -salir con un motoret frente a atletas que tiran solo de piernas- o el reparto oligopólico de los derechos de televisión no le alcanzan para todos los planes de conquista universal.

Normal que el clasismo merengue ande con la indignación alta y la soflama en el pecho reivindicando la tradición (qué palabra tan peligrosa: ¡tradición!) y el olor a club de siempre, la solera de quien ha obtenido su empaque por inercia y acción divina, no como los jeques de nueva hornada, periféricos, desordenados y flipados. Que aquí si alguien puede fichar a Figo pagando 60 kilos en el 2000 son los-de-siempre, a ver si si se enteran. Resulta sobresaliente que el madridismo luzca más furibundo que el barcelonismo por la marcha de Neymar. Es la reacción frente una amenaza, la de la locura crematística de unos jeques que han amasado toda su fortuna gracias a la fuerza motriz del oligopolio, no como el Madrid, fruto del sudor de la frente de Florentino. La metrópoli frente a las colonias. No les servirá de nada gastar tanto a esos adictos al petróleo y el gas. Al final todo el mundo es del Madrid, dice Florentino. En broma.

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