Carlos Soler recibe el balón en el pico derecho del área, a unos 25 metros de la portería, controla y dispara. Es un tiro seco que va a la escuadra del portero de Estonia, protegido por una defensa muy tupida. Sorprende la velocidad de la ejecución. Recibe y dispara. No se lo piensa. Carlos Soler (València, 20 años) ha desarrollado un enorme potencial como centrocampista (cambio de ritmo, potencia, capacidad cardiovascular), pero sigue teniendo la cabeza de delantero, como cuando era un niño culón que se ensañaba con las redes rivales en todas las categorías inferiores del Valencia CF.

En su tercer partido con la sub 21 de España, Carlos Soler ya ha dejado su sello. Entró como un tiro en el combinado de Albert Celades, en el pasado Europeo de Polonia, sin haber sido antes internacional: disputó un partido en el torneo (ante Serbia) y, a la vuelta de vacaciones, ya es titular en La Rojita en uno de los interiores, como en el Valencia de Marcelino, a quien venera. Al punto de estar obsesionado, como el técnico, con la alimentación (y los batidos de vitaminas).

Como la mayoría de los jugadores del Valencia, Carlos Soler está «marcelinizado»: convencido de que, a las órdenes del entrenador asturiano, va a convertirse en una máquina de ganar, en un futbolista completo.

Regresado de Cracovia, Soler llegó algo corto de forma respecto a sus compañeros del Valencia y con el inconveniente, a priori, de partir de interior izquierdo (de 10) mientras Marcelino reclamaba el fichaje de un exterior zurdo. Se extendió la idea de que, alejado de la visión periférica del centro, iba a perder parte de su potencial. Soler, sin embargo, es una esponja y lo que perdía por una parte, lo ganaba por la otra: al arrancar de interior, está más cerca del área rival y puede explotar su clase de finalizador: un pase de gol a Zaza en el debut liguero ante Las Palmas y un gol en el Bernabéu en la segunda jornada ante el Madrid.

Una jugada repetida cientos de veces en las categorías inferiores del VCF: mientras Gayà y Lato avanzaban por la izquierda, Carlos corrió en diagonal desde el interior derecho hacia el punto de penalti, señalándole al lateral dónde quería el balón. En esas dos primeras jornadas de Liga, Soler ha sido el segundo centrocampista con más llegadas al área (tras Bardhi, del Levante).

Libertad para crear

Aunque parte de la banda, Soler tiene plena libertad para moverse en ataque a fin de dar rienda suelta a su creatividad. Marcelino le pide, como al resto, verticalidad. Antes del verano, el técnico asturiano estaba entusiasmado ante la versatilidad del joven Carlos, que puede jugar de 6, de 8 y de 10. Su arranque exultante de curso lo confirma con creces. Va rápido. Camino del centrocampista total con cabeza de delantero.