El Valencia ha empatado contra el Atlético de Madrid en un duelo en el que el equipo de Marcelino se ha ganado el aplauso de Mestalla, no tanto por el resultado, sino por las virtudes reencontradas como bloque: orden táctico y sacrificio y humildad en cada palmo del césped. Un crecimiento, desde la defensa hacia el ataque, cimentado desde la contundencia ganada con la aportación de nuevos fichajes como Gabriel Paulista y Geoffrey Kondogbia, pero al que todavía le queda evolucionar en su crecimiento en ataque. El equipo blanquinegro desafió esas limitaciones, con los primeros destellos de los debutantes Pereira y Guedes, en fase de aclimatación, y con ganas y temperamento. Argumentos insuficientes para hincarle el diente a un entramado defensivo como el de Diego Simeone. No obstante, es el camino a seguir, y así lo entendió la grada con la despedida a los suyos.

Comenzó más entero y mejor organizado el Atlético. Diego Simeone quiso frenar una de las mejores virtudes del Valencia, ese atrevimiento efervescente de los nuevos proyectos. El rival logró desactivar el inicio de un partido que, pese a la lluvia, se anunciaba festivo, con ganas de fútbol, con la ovación a Pablo Aimar, el eterno pibe inmortal, presente en el palco. Casi veinte minutos le costó salir al Valencia de esa sensación de incomodidad, con el Atleti pisando campo valencianista, llegando antes a las disputas, moviéndose cerca de zonas de disparo. Correa tuvo la primera en el minuto 4, con una buena reacción de Neto, salvando con la manopla abajo. El resto de llegadas se solventaban con la contundencia de los centrales, con Paulista en su primera titularidad. Pero la realidad es que al Valencia apenas le duraba la pelota.

"Calma, calma", reclamaban agitando los brazos los valencianistas, sabiendo que el partido también les otorgaría protagonismo, en el momento en que Dani Parejo y Carlos Soler accionasen la máquina, que Gayà despertase por la banda izquierda, que el otro debutante, Pereira, trazase los primeros recortes, como hizo en el minuto 18 para acabar disparando alto. El brasileño, bien provisto de técnica, ataca siempre con decisión y la cabeza levantada

Mestalla se animaba con cañitos de Parejo a Carrasco, aunque ese dominio no tuviera continuidad y faltase una referencia rematadora más acertada. Simone Zaza rebotaba contra los centrales y solo Rodrigo, en un escorzo complicado, logró conectar un remate de cabeza con algo de intención. El Atlético se mantenía a la expectativa, más replegado pero siempre despierto, como Vietto, que casi convierte en gol un error en una entrega fácil de Kondogbia a Gabriel.

El partido, con las clásicas asperezas de cada Valencia-Atlético, también provocaba varias oleadas de protestas de Mestalla hacia la labor del árbitro, González González, al entender que era demasiado permisivo con las faltas de los visitantes. En la segunda mitad las ocasiones continuaban llegando en lento cuentagotas, con los rivales estudiándose como en una partida de ajedrez. La grada, consciente de que el duelo requería paciencia, no dejaba de alentar ante el más mínimo detalle, como la contundencia para ir al cruce de Kondogbia y Paulista. En el 58 la tuvo el central brasileño, al conectar de forma impetuosa un testarazo en el envío de una falta lateral de Parejo.

Faltando media hora, los dos técnicos decidían mover el banquillo con la entrada de dos jugadores de ataques, ambos de pasado benfiquista, como Nico Gaitán y Gonçalo Guedes, en su esperado debut. Gaitán tuvo la primera en un disparo pegado al palo que Neto, algo criticado en el Bernabéu, la semana pasada, volvió a solventar con sumos reflejos. En una tarde con un clima muy positivo de la grada con su equipo, Rodrigo se llevó la bronca de Mestalla al elegir mal un pase en un contragolpe. Minutos después fue retirado por Marcelino para dar entrada a Santi Mina. Los aplausos sofocaron otro amago de pitada. Las sustituciones eran un mensaje de que el Valencia no renunciaba al partido, pero el Atlético (que también sacó a Torres y Gameiro) cerraba todos los caminos al gol.

Entre Gayà y Guedes intentaron abrir grietas, y mostraron que se entienden bien a pesar de haber coincidido en solo dos entrenamientos. El extremo portugués demostró su profundidad en el 79, cuando dirigió una buena acción individual pero se atragantó con el balón, quedándose sin ángulo. Un disparo, por fin, de Zaza en el 80, repelido a un córner rematado de cabeza por Murillo, anunciaba que el Valencia tenía decidido ir a por los tres puntos, empujado por Mestalla. No llegó el gol. Pero el Valencia volvió a competir y resistir, que viniendo de donde se viene, ya es una excelente noticia.