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Un bon xic

Un bon xic

¿Se puede entrenar en fútbol la toma de decisiones como se trabaja para mejorar la estrategia o la distancia entre líneas? ¿Puede un cuerpo técnico influir en la capacidad de un jugador para elegir la opción correcta para competir? Lo pensé el sábado durante el descanso del partido contra el Atlético.

Qué bien le vendría a Rodrigo tener a Pablo Aimar ocho días a la semana comiéndole la oreja para hacerle entender cómo debe actuar un segundo punta. Analizándolo con frialdad, no es tan extraño. Si en fútbol existe la figura del entrenador de porteros y, por ejemplo, en baloncesto tiene una importancia decisiva el técnico de específicos, ¿no tendría sentido que Marcelino designara o firmara un asistente que se ocupara únicamente de mejorar la toma de decisiones en los futbolistas?

Porque no me negarán que lo de Rodrigo es desesperante. Su comportamiento es irreprochable, eso sí. Derrocha sacrificio y entrega en la presión para dificultar la salida de balón de los centrales rivales. Dibuja desmarques de ruptura y cae a bandas para sacar de la zona de confort a la defensa contraria. Juega bien al espacio y ha mejorado en el apartado de los movimientos entre líneas€ pero no es un jugador de 30 millones. Tiembla ante el gol y tiene grandes dificultades para ver y/o ejecutar el último pase.

El brasileño es el último responsable del precio que Meriton y el Valencia decidieron pagar por él. Pero un equipo que aspira a Europa debe tener mucha más pegada. Un fichaje con un coste como el de Rodrigo tiene que ser diferencial para un club poco acostumbrado a tamaños dispendios. Soldado (10 millones), Villa (12) o Aimar (21) fueron mucho más económicos y con un rendimiento muy superior.

En esta inercia de positivismo generada por las decisiones de Mateu Alemany y Marcelino, Mestalla lo aplaude casi todo y es comprensible. Venimos del puñetero desierto y el equipo compite contra todo y contra todos. Va a ser difícil que pierda más de diez partidos esta temporada. Pero no podemos bajar el listón de la exigencia y conformarnos con que un futbolista corra y se vacíe. Debería hacer falta algo más que ser un bon xic para ponerse la camiseta del murciélago. Esto es el Valencia.

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