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Marcelino cambia melancolía por ilusión

Marcelino cambia melancolía por ilusión

Hace unos meses, un aficionado de ilustre estirpe valencianista se quejaba de que la afición de Mestalla se había tornado «mansa». Han bastado cuatro actuaciones nacidas del deseo de salir de la melancolía y aspirar a tiempos pasados, que fueron mejores, para que haya nacido la euforia. ¡Con que poco nos conformamos!, me decía un amigo valencianista, socio desde la niñez y juez de profesión, que sabe comentar los avatares del fútbol con la sensatez propia de su oficio. Cuatro partidos con resultados positivos han hecho creer que ya hay equipo. Lo que realmente existe es entrenador. Ha bastado que Peter Lim aceptara un técnico con los pies en el suelo y mirara hacia el horizonte para que los cambios en la plantilla hayan hecho creer en futuro esperanzador.

Las salidas y la venidas han sido fructíferas. Ha dicho el actual presidente que el club ha fichado todo lo que quería Marcelino. Éste es prudente y, conociendo como conocía la situación económica de la entidad, no pidió gollerías. Entre él y Mateu Alemany se consiguieron refuerzos interesantes. El actual proyecto tiene un problema: el club sigue sirviendo de incubadora. Mourinho ya ha amenazado con recuperar a Pereira.

El Valencia, que va por los mercados buscado rebajas y descuentos, ha conseguido varios futbolistas importantes y algunos con futuro brillante, pero la mayoría de las operaciones son a préstamo. Ello tiene la ventaja de que los jovencitos intentarán ganarse el puesto en su club de procedencia y ello beneficia al Valencia. La segunda parte de la parte contratante está en que, después, de nuevo, habrá que remendar la plantilla y no siempre con la misma suerte.

La mano negra de Jorge Mendes trajo a Mestalla ruinas futbolísticas y jugadores de medio pelo. Y encima, con la anuencia de su socio, el señor Lim, la sociedad invirtió una fortuna de la que ha recuperado migajas. Tiene gracia que en la cuenta de resultados el Valencia presume más de lo que ahorra en salarios que de lo que pierde en contratos millonarios. Verbigracia: Enzo Pérez, Aderlan Santos y Álvaro Negredo.

Con Marcelino hay seguridad de que apuntalará el equipo en todas sus líneas. Exigirá trabajo sin descanso y pondrá sentido común en la alineaciones. Es el gran fichaje de la temporada. El Valencia necesitaba más a Marcelino que a Quique Setién, entrenador para otras circunstancias económicas.

Posdata. El Levante, ni en los tiempos de Calpe, Valls, Domínguez y Wanderley. No fue a hacerse fotos ni a pedir camisetas. Exigió la hijuela y se la dieron.

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