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Protejamos a Carlos

Protejamos a Carlos

Sí, es cierto. Carlos Soler no tuvo el día en la definición el pasado sábado en el derbi contra el Levante. Está dicho y escrito, como se ha dicho y escrito que merecía una revisión al alza de su contrato o que estamos ante un jugador único, de los que pueden marcar una época en Mestalla.

El chaval, rodeado de un entorno cabal y sobradamente preparado para la vertiginosa aventura que supone descollar en un grande de Primera a los 20 años, se manifestó tras el partido como lo hacen la mayoría de futbolistas: a través de las redes sociales. Empleando una frase de Lebron James - «Me gusta la crítica. Te hace más fuerte»-, quiso responder a quienes quizá se excedieron a la hora de responsabilizarle por el 1-1 en Orriols.

El Valencia no perdió dos puntos el sábado por culpa de Carlos Soler. Ni mucho menos. De hecho, analizando al detalle su actuación en el Ciutat, el canterano fue de los que más y mejor contribuyó para el equipo. Mayor número de recuperaciones, mayor número de remates a portería? y todo ello ocupando una posición que no es la suya.

Ese y no otro debería ser el debate ahí fuera. ¿Qué hace un futbolista como Carlos en banda? Sus apariciones en área contraria y, sobre todo, su gran capacidad de trabajo defensivo explican -que no legitiman- la decisión de Marcelino, aferrado al 4-4-2 sin un plan B que se adapte a las características de sus tres mejores jugadores: Parejo, Kondogbia y el propio Soler.

Con tendencia histórica al cainismo, un sector -minoritario- del entorno del Valencia sobrepasó la raya tras el derbi. Y no, con Carlos Soler no deberíamos ser cainitas, sino todo lo contrario. Primero por su edad, segundo porque es nuestro, patrimonio de Mestalla, y tercero porque si jugara en otro club Mateu Alemany no podría firmarlo jamás. Recuerden que tiene una cláusula de rescisión -muy bien puesta- de 80 millones de euros.

Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo. Vayamos más allá. No son las cuatro ocasiones marradas. Es la capacidad de generar cuatro ocasiones en un Valencia plano y carente de pegada, con un planteamiento habitualmente defensivo y que tiene como primera prioridad dejar la portería a cero. Cuidemos al niño, entre todos. Un día formará parte del equipo que volverá a hacernos llorar de alegría. Solo es cuestión de tiempo.

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