Marcelino sí sabe gestionar personalidades complejas como la del pintoresco Zaza, picado en su orgullo tras la suplencia del pasado sábado, lleno de energía para marcar el primer triplete de su carrera. La goleada, sin embargo, la encarriló Carlos Soler, con dos asistencias, la primera a Santi Mina y la segunda a Zaza, cuando el partido estaba en el alambre, nada que ver con el huracán valencianista de la segunda parte.

Los jugadores de categoría como Carlos Soler pueden fallar tres ocasiones de gol (ante el Levante) y resurgir tres días después como un león enjaulado. Cada crisis la usa para crecer. Es el centrocampista más decisivo del campeonato. El esplendor de Paterna lo coronó anoche un Lato pletórico en el lateral izquierdo: a los 19 años juega con la serenidad de los 29.

En un ambiente por fin de fiesta en Mestalla, la grada ovacionó como debía a sus dos pilares, Kondogbia y Parejo, y alentó el progreso de los chicos (Guedes y Maksimovic) o la rehabitación de Rodrigo y Santi Mina. Cinco partidos invictos de cinco y el Valencia apunta a Anoeta con una personalidad poderosa.

Y eso que la primera parte pasó en un suspiro, el duelo en un puño. Golpeó primero el Valencia con un excelso Soler en el control y en el centro enroscado desde el extremo derecho. Lo cabeceó a gol en el segundo palo, pícaro, Santi Mina: picó cruzado para pillar a contrapié al meta Roberto.

El Málaga replicó con un cabezazo a bocajarro de Diego Rolan al que respondió Neto en la parada de la noche. El portero brasileño se gana el sueldo cada jornada. Sin tantas ínfulas como su predecesor, su compatriota Diego Alves, Neto contribuye con sobriedad a que el Valencia vuelva a ser el que fue. El conjunto de Marcelino pudo sentenciar en una acción llena de precisión en el toque de Martín Montoya a la entrada vertical de Carlos Soler, cuyo centro solo debía embocarlo Zaza, que se enredó en el remate y acabó trabado por Roberto sin que Álvarez Izquierdo pitara penalti.

Kondogbia y Parejo volvieron a deleitar a la grada de Mestalla con su jerarquía en la medular, pero quien marcó las diferencias en ataque fue Carlos Soler, un puñal por el extremo derecho. Guedes reclamó protagonismo tras el descanso y arrancó por el centro en la conducción del cuero para abrir a la derecha a Soler. El canterano volvió a meter un precioso centro al segundo palo, esta vez a media altura, rematado de volea cruzado, con mucha rabia, por Zaza.

Ciclón italiano

El ciclón Zaza se había desatado. El delantero se liberó de todos los fantasmas y cabeceó en plancha (y efecto exterior) un servicio magnífico desde la derecha de Montoya, a quien Parejo había sabido esperar. La ambición de Zaza no iba a acabar ahí, sino que aprovechó la lucha de Mina y el error de Luis Hernández para batir a Roberto ahora con el exterior de la zurda.

Resuelto el choque, Marcelino decidió dar descanso a sus pesos pesados, Kondogbia y Parejo, abrazados con un Mestalla entendido en la importancia capital de sus dos centrocampistas.

Entregado el Málaga, era el tiempo de los meritorios como Guedes al servir de tacón a la llegada de Rodrigo, que llegaba sin cadena. Otro recuperado para la causa, Rodrigo, por un entrenador que, sí, saca lo mejor de lo mejor de Zaza y de toda la plantilla.