La eficacia de cara a puerta, y la dosis de fortuna de un equipo instalado en un estado de gracia, han permitido al Valencia salir airoso del duro test al que le ha sometido el Athletic, esta tarde en Mestalla. El conjunto de Marcelino García Toral, ante más de 42.000 espectadores, ha ganado con un ajustado 3-2, con goles de los enrachados Simone Zaza y Rodrigo Moreno, más Parejo de penalti. Sin embargo, a pesar de contar por dos veces con una renta favorable de dos goles, los blanquinegros, poco precisos y vistosos, han sufrido en exceso para acabar conquistando un triunfo que vale oro en la clasificación. El Valencia sigue invicto y se afianza en la zona Champions.

Le costó al Valencia adaptarse al animoso inicio de un Athletic valiente, con mucha posesión en campo blanquinegro. Los murmullos despertaron en la grada con un disparo de Susaeta desviado por Neto en el minuto 7, tras un error en la entrega de Paulista y en el 18, con la deficiente ejecución de una falta lateral, peligrosa en apariencia, por parte de Parejo, que generó una contra abortada por Gayà con tarjeta. En ataque, parecía que los blanquinegros se perdían en los arabescos de Pereira en regates en los que no veía desmarques al espacio como el de Gayà.

Cuando el extremo brasileño vio la conexión con el lateral de Pedreguer, el Valencia superó la perspectiva sombría que atenazaba un partido al que no le abandonó la emoción. Contribuyó también la mejoría de Carlos Soler, de nuevo en el centro, y de Parejo para destascar el fútbol en la sala de máquinas. Después del aviso de Guedes en el 26, con esos actores se fabricó el primer gol del Valencia. Inició Soler y Pereiravio la entrada de Gayà, que apuró la banda y pasó atrás para que Simone Zaza, en un escorzo parecido a su gol en Anoeta, inaugurara la cuenta. El italiano empieza a tomarle el gusto a los goles y se anima incluso a celebrarlos.

No había sido el partido ideal, por lo que el Valencia obvió la retórica y pasaría a desbordar al Athletic simplificando el camino hacia el gol, con recetas sencillas, más propias de la tradición futbolística del Athletic. En el 32, un saque de puerta de Neto fue peinado por Zaza y Rodrigo ganaba el desmarque al espacio. Su disparo fue repelido por Arrizabalaga con dificultades. Dos minutos después, la misma jugada. Saca Neto, prolonga Zaza y Arrizabalaga tumba de un manotazo en el rostro a Rodrigo, que había burlado de nuevo la marca. Penalti y perfecta definición de Parejo. Mestalla desprendía la felicidad de lo que, parecía, otra tarde en la oficina.

Ziganda daba entrada a Aduriz, recibido con ovación por su antigua hinchada. Profesional honesto y querido, el veterano ariete del Athletic también es un delantero implacable, que entiende poco de compasión. Aritz avisó con un remate de cabeza que salió pegado al palo en el 56. En el 59 realizó un extraordinario control orientado bajando un centro largo, burlando la marca de Gayà y batiendo cruzado a Neto.

Era el primer gol que el Valencia encajaba en Mestalla esta temporada e instaló en el ambiente una sensación preocupante, que se creía ya desconocida. Córdoba aumentaba el suspense con un remate alto de cabeza. El Valencia salió del trance del mismo modo que lo hizo en la primera mitad. Con pillería y eficacia. La de Rodrigo, en el 66, para cazar un envío largo de Montoya y adelantarse a la salida de Arrizabalaga. Cuarto tanto, también seguido, del hispano-brasileño, sustituido en el 72 entre merecidos vítores.

La rendición no entra nunca en la filosofía vital del Athletic, que en el 75 recortó de nuevo distancias con un cabezazo de Raúl García, mal vigilado por Zaza. El Athletic se lanzó a por el empate, que acarició por partida doble en el 82, por mediación de Raúl García y Aduriz. Neto y el larguero, providenciales, sostenían la renta. Los últimos minutos se hicieron eternos para un Valencia incapaz de adormecer la posesión en un desenlace nervioso, con faltas e ingobernable. Mestalla dio el último empujón para amasar una victoria que también es un aviso.