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La contracrónica

El fútbol se impone en Mestalla

La controversia política por el referéndum en Cataluña tuvo una incidencia aislada en la grada, más allá de los gritos e insultos de los ultras en la llegada del autobús del Athletic

El fútbol se impone en Mestalla

«El fútbol es un milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse», aseguró una vez el escritor norteamericano Paul Auster para definir el simbolismo del balompié como metáfora sustitutiva de la batalla. Pero los estadios también son un tallo representativo de las tensiones que afectan a una sociedad. Ayer en Mestalla se juntaban varios ingredientes para pensar que, aparte de un encuentro de fútbol, también se podía asistir a un tratado de sociología, con el eco del referéndum en Cataluña y la visita de un rival, el Athletic Club, con connotaciones nacionalistas. Hubo cánticos, pero que no fueron mayoritarios ni se impusieron a un espectáculo deportivo que fue trepidante.

A las 17:07 horas, la llegada en autobús del Athletic Club a Mestalla fue respondida con cánticos de «Que Viva España» y «puto vasco el que no bote». Previamente, en la espera del autocar valencianista, se habían entonado gritos de «Som valencians, mai catalans» y «Puigdemont, a prisión», todos procedentes de la Curva Nord.

Una vez dentro del estadio, no hubo hostilidad de una grada que mayoritariamente no olvida que parte del prestigio histórico del club llegó con Mundo, Pasieguito, Iturraspe, Juan Ramón y un largo etcétera de jugadores nacidos en Euskadi, que se hospedaban en la pensión del restaurante Gure Etxea, que engrandecieron el relato del Valencia e incluso echaron raíces en la ciudad. O que los capitanes del Valencia en los años 40 fueron todos vascos, a excepción de Monzó.

Una década en la que el equipo de Mestalla llegó a jugar un partido con diez futbolistas vascos, ante el Alcoyano, el 31 de marzo de 1946. Esa gratitud histórica se reflejó en la ovación a Aduriz al entrar tras el descanso. La prioridad del aficionado se enfocó por completo a un partido que desde los primeros compases fue vibrante, muy entretenido en goles y con emoción en el marcador.

El partido de ayer confirma que el Valencia ha recuperado el factor Mestalla, la clave de su debilidad competitiva en las dos últimas temporadas. El estadio valencianista congregó ayer a más de 42.000 espectadores, por lo que ha remontado en tiempo récord, en apenas pocos meses, la bajada de 7.500 espectadores que se habían ido de Mestalla en los dos últimos años. No parece haber rastro del desencanto y la de ayer fue una ocasión propicia para comprobarlo.

Por primera vez desde que llegó Marcelino, el fútbol del Valencia no fue convincente, y las fases de irregularidad fueron más abundantes que las de un juego brillante. A pesar de estar sometido a un Athletic que dominó el desenlace del partido, el ánimo de los aficionados no fue crítico. Es el mérito que supone haber levantado un proyecto nuevo, con la plantilla más joven del torneo y con fichajes llegados a última hora, aparte de resistir invicto a un inicio de campeonato de tremenda exigencia.

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