Aguarda un partidazo, esta noche en Heliópolis. Betis y Valencia miden su súbito renacimiento deportivo en un choque de estilos contrapuestos, pero unidos en la pasión con la que sus técnicos, Quique Setién y Marcelino García Toral, defienden sus idearios. El juego elaborado y alegre de los verdiblancos se enfrentará contra la velocidad y verticalidad vertiginosas de un Valencia que, de nuevo, vuelve a ser el equipo que comulga con los valores históricos del bloque «bronco y copero» con el que se identifican todas sus generaciones de aficionados.

El marco será excepcional. Un Benito Villamarín ampliado a 60.000 butacas, que rozará el lleno, en la semana en la que el club hispalense, a la sombra de los éxitos del vecino Sevilla en la última década, ha sobrepasado la cifra de los 50.000 abonados (el Valencia, por ejemplo, no llega a los 36.000). La atmósfera festiva de los béticos se multiplica con la rápida adaptación del equipo a las ideas de Setién. El Valencia ha acertado de pleno con la elección de Marcelino, pero al Betis tampoco le ha ido mal con el preparador al que descartó el club de Mestalla, con los contratos casi redactados. Ya en el primer entrenamiento, en pretemporada, el técnico cántabro dejó una consigna clara a sus jugadores: «Hay que actuar más desde el deseo y el querer, que desde la obligación y el deber». «El futbolista que disfruta de su juego, llega a hacer cosas que nunca imaginaría», retó Setién a sus muchachos. Y así, ya en la primera sesión, el cuerpo técnico se congratuló de que la voluntad de tocar raso y con paciencia ya empezaba desde los pases del portero al central. La convicción hasta las últimas consecuencias con la que Setién contagia a sus futbolistas, hizo que el Betis no se desesperara con los resultados, no muy brillantes, de la pretemporada. No importaba, se conocía cuál era el camino a seguir, y los frutos de ese fútbol arriesgado se plasmaron con la victoria de prestigio en el Bernabéu. El beticismo ha agradecido ese fútbol vistoso, que reside en la propia genética de una grada que ha disfrutado con Cardeñosa, Finidi o Joaquín, vigente ídolo, y en una ciudad abierta y soleada, que invita al arte.

El Valencia presentará su alineación de gala, que ya se recita de memoria apenas transcurridas siete jornadas. En un equipo de eficiencia robótica, los blanquinegros tienen un factor desequilibrante que preocupa a Setién. La capacidad de improvisación en ataque que tienen Carlos Soler y Rodrigo Moreno, capaces de sorprender con sus movimientos en un conjunto con misiones memorizadas. Marcelino tiene el reto de mantener afilada la motivación, con la complejidad añadida de estar aún invictos y venir de un parón, factores que relajan costumbres.