Es una vergüenza la reiterada ausencia de Parejo en las listas de la selección española. No hay ninguna justificación futbolística para que Lopetegui prefiera a Illarramendi. Es abismal la diferencia entre ambos en cuanto a incidencia en el juego de sus respectivos equipos y en cuanto a estado de forma. Lo dejó escrito una vez más el centrocampista de Coslada ayer en Mestalla ante un hueso muy duro de roer. Hasta que entró Andreas Pereira (m. 69), le dio una marcha más por el extremo derecho al VCF y su centro templado lo cabeceó, entrando en carrera, Rodrigo, que cabecea con elegancia suprema: es su séptimo gol en la Liga, además de otro en Copa y uno con España. La jugada retrata al equipo de Marcelino: Gayà, un coloso una jornada más, cierra el avance rival, cede a Parejo, este a Kondogbia y el francés abre a la derecha a Pereira. La máquina muy engrasada.

El Valencia suma siete victorias seguidas por primera vez en sus 98 años de historia y 30 goles a favor en 11 jornadas, una barbaridad. El número de tantos en contra (11) se corresponde ya más con un conjunto de Marcelino y con el poderío de sus excelentes defensas (Murillo, ayer, superlativo) y de su portero, Neto (siempre atento en los peores momentos).

El VCF apenas inquietó a Cuéllar en la primera parte (salvo en el gol de falta de Parejo, favorecido por un rebote en la barrera y por la pillería de disparar por abajo), señal de un adversario muy trabajado por Garitano.

La segunda mitad ya fue otro cantar. Carburó Rodrigo desde la media punta, se dio la vuelta y dio vida en ataque a sus compañeros. Kondogbia y Parejo encontraron espacios para controlar el partido y marcar el ritmo. Carlos Soler apenas mostró su clase en un pase de primeras al espacio para Rodrigo. Y Guedes solo brilló en una de esas arracandas, la frenada en seco y el tiro al palo largo repelido por el poste. Ahora que Guedes y Soler están más vigilados, Andreas Pereira ha tomado el relevo.

El enfado de Zaza y Carlos Soler

Nadie quiere ser sustituido en el Valencia de Marcelino. Es un castigo. Así lo interpretaron tanto Carlos Soler como Zaza, dolidos hacia al banquillo. Todos disfrutan cada minuto de fútbol. Y saben que el final, con el viento a favor y más libertad, es para relamerse. Lo aprovechó Santi Mina para fabricarse un penalti (lo derribó Rico) y marcarlo con el permiso de Parejo, un gesto generoso del capitán. Marcaron otra vez dos de los tres delanteros y se quedó con las ganas Zaza, sin ocasión de acercarse al polémico récord del recordado Mundo. El colectivo por encima de las individualidades. Todos a una. El Valencia exhibe músculo, solidaridad y recursos. Va de cabeza a por la Liga.