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Una de esas temporadas...

Una de esas temporadas...

Dentro de unas horas, el bombo determinará el rival del Valencia en octavos de final de la Copa del Rey. Todavía queda casi un mes para el inicio de las hostilidades, pero Copa es sinónimo de ilusión. La solvencia con la que el equipo que dirige Marcelino García Toral tumbó al Zaragoza en la ronda anterior alimenta los sueños de un entorno sediento de títulos. Tras la conquista casi clandestina del último torneo del KO en 2008, no hemos tenido competición que llevarnos al gaznate. Y va a hacer una década de aquella extraña noche de abril en el Manzanares. Koeman con los dos pies fuera. Baraja y Marchena entrenando al equipo desde dentro. Cañizares, Albelda y Vicente en la grada. La celebración en el balcón del Ayuntamiento capada por las vacas sagradas€ Un desacato, que diría mi abuela.

Muchos lo hemos pensado, aunque solo nos atrevemos a decirlo con la boca pequeña o escribirlo en minúsculas. Pero ya va siendo hora. El brillante inicio de temporada, la solidez evidenciada contra Real Madrid (2-2), Atlético de Madrid (0-0), Barça (1-1) y, sobre todo, el ADN competitivo del grupo hacen pensar que 2018 puede ser año para volver a tocar pelo. A pesar del accidente en el patatal de Getafe, el Valencia ha demostrado desde mediados de agosto que no es sencillo doblegarle. Mucho menos a doble partido. El caso es que la mayor parte de eliminatorias coperas se disputan durante el mes de enero y la escasa profundidad de armario del primer equipo obligará a Marcelino a elegir entre Liga y Copa cuando se trate de alinear el once de gala.

Con buen criterio, el técnico asturiano recurrió a la segunda unidad para superar al Zaragoza. El plan le salió perfecto. Descanso para buena parte del pasillo de seguridad y opciones en forma de minutos para actores secundarios (Santi Mina, Andreas Pereira, Nacho Vidal, Vezo) que habían completado el proceso de meritaje con Marcelino en Liga. La fórmula es válida si, con todos los respetos, el bombo empareja al Valencia con Formentera, Lleida, Numancia o Cádiz. Pero, ¿y si por una de aquellas el rival es Sevilla, Atleti o Villarreal? El plan del cuerpo técnico, mesurando la necesidad económica de la SAD y el prestigio que conlleva, es priorizar los partidos ligueros y seguir dosificando esfuerzos en Copa a base de rotaciones.

Entendiendo la decisión del cuerpo técnico, sería una lástima que el murciélago se quedara a las puertas o en el camino a una gran final por un exceso de previsión. Las semifinales de Copa quedarán decididas tres meses y medio antes de la última jornada de Liga. El riesgo puede tener premio. Puede ser una de esas temporadas.

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