Un penalti cometido sobre Nacho Gil, cuando llevaba 20 minutos en el campo, ha rescatado al Valencia de un empate ante el Celta o de algo peor. El conjunto de Mestalla, inferior durante gran parte del encuentro ante un rival que ha tenido la pelota en los pies, confirma su segunda posición en la clasificación, que estaba en peligro a 11 minutos del final, en el momento en el que Tucu Hernández derribó a Nacho Gil en una esquina del área de forma absurda. El Valencia mantiene su distancia con el Real Madrid (3 puntos) y sobre el Atlético (4), a la espera de que los colchoneros jueguen mañana en el campo del Betis. La diferencia con el Sevilla, quinto, es de 6 puntos tras caer goleado en el Bernabéu (5-0). Y por arriba, el Barça, está a 2 puntos, antes de que mañana visite al Villarreal.

El Celta planteó el partido con valentía, sin ningún ánimo de esperar acontecimientos para tomar decisiones en su visita a Mestalla. Saltó al campo con la firme intención de ganar y, además, con un fútbol limpio. Nada que ver con el Getafe, absolutamente nada. La apertura de líneas del Celta favorecía, en teoría, al Valencia, que tardó un cuarto de hora en pisar con determinación el área contraria. Para entonces, el equipo celeste (y no rojo, como suele vestir en Mestalla) ya había dado dos sustos monumentales: un lanzamiento de Sisco buscando la escuadra y un penalti no pitado de Paulista sobre Jonny.

El Valencia despertó pronto y lo hizo con su fútbol habitual: pocas transiciones y mucha velocidad. Zaza se fabricó una jugada fantástica, iniciada con un cambio de ritmo en la arista del área y un remate a la mano del portero. Llegó después otra ocasión clara de Carlos Soler, que remató al lateral de la red en plena carrera. Mientras el Celta, lejos de especular, miraba de frente el campo rival, llegó el primer gol del partido. Zaza acudió al primer palo en un córner y peinó a la red en un remate de delantero de toda la vida. Su décimo gol de la temporada.

El Celta se cosió el balón a los pies para elaborar el juego a partir del medio campo, paciente, fiel a su estilo. Tenía donde hurgar: una pareja de centrales (Paulista y Vezo) con poco recorrido. El delantero gallego estuvo a punto de empatar con un remate en plancha, en el corazón del área, respondido con una parada magnífica de Neto.

El Celta encontró premio en la primera acción de la segunda parte. Una pérdida de balón de Montoya originó un error en cadena. El balón terminó en los pies de Aspas, que no perdonó ante Neto. La siguiente jugada, esta vez por una pifia de Vezo, retrató la vulnerabilidad, ayer, de la defensa del Valencia. Sin Garay ni Murillo, Neto lo pasa mal.

El Celta confirmó su posesión del balón y Marcelino movió el banquillo. Retiró a Carlos Soler y dio entrada a Nacho Gil, buscando más desborde en la banda derecha. A continuación, Santi Mina entró por un errático Rodrigo. Los cambios no cambiaron la dinámica del juego: el Celta tenía el balón y, el Valencia, esperaba. Durante un buen rato, Mestalla asistió a un monólogo visitante, con Lobotka y Wass marcando el ritmo en el medio campo. ¿Dónde estaba Parejo? La contundencia de Kondogbia mantuvo al Valencia vivo en ese largo tramo de la segunda parte.

La noche pintaba mal para el Valencia,, con el Celta en plan dominador cuando el partido entraba en los últimos 10 minutos, cuando el Tucu Hernández cometió un penalti insensato sobre Nacho Gil, que había recibido la pelota en el vértice del área. El chileno pisó al canterano, que cayó al suelo antes de que el árbitro, situado a 2 metros de la acción, señaló el punto de penalti. La pelota, en el lanzamiento de Parejo, entró con suspense, tras tocar en el brazo de Rubén. Un suspense que duró 10 minutos más, antes de que el Valencia alzara los brazos para celebrar la victoria más sufrida de la temporada.

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