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Demagogia al cuadrado

Vreugdenhil, en el suelo, tras un gol del Levante. eduardo ripoll

Hubo quienes se rasgaron las vestiduras cuando Les Corts, el pasado 1 de diciembre, riñó al VCF por haber desplazado a su equipo femenino de Mestalla a Paterna en el derbi disputado ayer. Los mismos indignados arremetieron ayer contra los políticos por su escasa presencia en las gradas del estadio Antonio Puchades: tan solo el director general de Deportes, Josep Miquel Moya, y la vicealcaldesa de València, Sandra Gómez. El club, incluso, cargó a principios de mes contra los representantes institucionales en un comunicado, recordándoles que la entidad de Mestalla gasta más dinero en la igualdad de género (0,4 % de su presupuesto) que la Generalitat (0,1 %) e instándoles a acudir más a los partidos de fútbol femenino.

Por supuesto que fue demagógica por parte de Les Corts la declaración institucional de rechazo contra la decisión del VCF de no jugar en el estadio de Mestalla, como el año pasado, puesto que el apoyo a la «igualdad real» de género en el deporte se construye día a día y no de uvas a peras ni en citas señaladas. El Valencia CF, como sociedad privada, tiene todo el derecho a elegir dónde y cuándo juegan sus respectivos equipos.

Ahora bien, muchos de los indignados contra los políticos (entre ellos el propio club de Mestalla y distintos sectores periodísticos) no se mostraron tan activos cuando, hace un par de meses, un grupo del ultras de una peña del VCF agredió a patadas y puñetazos a pacíficos manifestantes en el Nou d'Octubre que se habían reunido bajo el lema «Sí al valencià».

El club no emitió entonces ningún comunicado condenando la violencia y, solo después de la presión social de diversos medios de comunicación y de algunos políticos, procedió a retirar el pase a dos de los nueve imputados por «delitos de odio» de la citada peña. Tampoco dichos sectores periodísticos se quejaron cuando el Consell gobernado por el PP ponía y quitaba presidentes en Mestalla: la presidencia de Juan Bautista Soler llevó el club a la ruina y desembocó en la venta de la sociedad a Peter Lim.

Ni se pronunciaron cuando el Consell, a través del instituto Valenciano de Finanzas, avaló, con el dinero de los valencianos, un préstamo de 90 millones de euros que la Fundación del VCF sabía que no podía devolver (y sobre el cual pende ahora una multa de 23 millones de la Unión Europea al club).

El Valencia femenino ha dejado de ser una preferencia para sus mandatarios desde la marcha de Layhoon Chan. Dejaron marchar a algunas de las figuras del pasado ejercicio (Banini, Zornoza, Aedo, además de su carismático entrenador, Cristian Toro) y el equipo ha ido languideciendo después de haber entusiasmado en la pasada temporada. Aquel 6-0 en Mestalla fue la cima de esa apuesta por el fútbol femenino ahora agrietada.

El club sacaba pecho ayer en su web de haber congregado a 1.600 personas en Paterna, pero se han perdido más de 15.000 espectadores respecto al año pasado. Eso es un hecho. Todo lo demás es demagogia.

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