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Análisis

El renacimiento de Mestalla

El Valencia ha experimentado una transformación radical en su rendimiento como local - Respecto al mismo tramo de torneo en el año pasado, el equipo blanquinegro ha pasado de sumar solo el 23,8 % de los puntos al 83,8 % y seguir invicto

El renacimiento de Mestalla

Mestalla es un estadio sin término medio para el Valencia. Las consecuencias de un proyecto fallido se multiplican cuando el equipo comparece en casa y el escudo pesa tanto que llega a oprimir, con lo que el rival solo debe esperar a que se complete la autocombustión de los locales.

Por el contrario, sus paredes verticalísimas y casi centenarias se convierten en un fortín inabordable cuando las hechuras son buenas y el Valencia responde. El equipo más vulnerable se torna en el más intratable. Solo hay que repasar los últimos dos arranques de campeonato para comprobar el extraordinario renacimiento de Mestalla como uno de los mejores escenarios del fútbol europeo. De sumar a duras penas el 23,8% de los puntos en juego a rozar la excelencia con la conquista del 83,8% de las unidades posibles.

La pasada temporada, en las siete primeras jornadas, antes de entrar en 2017, el Valencia solo fue capaz de ganar ante su gente un encuentro, de penalti y en el último minuto contra el Alavés. Arañó dos puntos ante rivales menores como Granada y Málaga y sucumbió contra Las Palmas, Betis, Atlético y Barcelona. Marcó 11 improductivos goles y encajó 16 dianas, más de dos por encuentro. Desfilaron hasta tres entrenadores y solo el regente Voro González logró vencer frente a la inoperancia de las dos apuestas de la entidad, Pako Ayestaran y Cesare Prandelli.

El giro vencedor de Marcelino

Un proyecto claro y con referentes definidos, con Marcelino García Toral como líder, ha empujado a Mestalla a recobrar todo su embrujo. El Valencia ya no es el equipo limitado en potencial y frágil de alma, que se diluía cuando aumentaba la presión escénica.

La conexión emocional entre equipo y grada ha llevado a sumar 20 de los 24 puntos posibles. Solo se han cedido dos empates, siempre resistiendo y dando la cara, contra Barcelona y Atlético. El resto de partidos, todo victorias. Algunas con un despliegue de recursos del aspirante que se siente de regreso, como sucedió ante el Málaga y el Sevilla. En otras, el lucimiento escaso se contrarrestó con esfuerzo y garra colectivas, con la grada de Mestalla añadiendo un factor de presión que aumenta la convicción de un equipo con el que se siente identificado.

La atmósfera que ha vivido Mestalla en los primeros partidos de Liga, sobre todo en la segunda mitad contra el Celta, Athletic y Sevilla, o desde la misma llegada del autocar contra el Barcelona, ha sido comparable a la de encuentros decisivos de eliminatorias europeas de la década pasada, contra Arsenal, Lazio o Leeds United.

Mejores con un peor calendario

Los números son radicalmente distintos a pesar de que el Valencia ha tenido que encarar un calendario inicial de mayor exigencia que el de la temporada pasada, en el que ha repetido la visita de cuatro rivales (Las Palmas, Atlético, Barcelona y Málaga), más la confrontación contra otros contrincantes de entidad como Athletic o Celta.

Con Marcelino, el Valencia ha escapado de la imprevisibilidad y de la constancia intermitente. Un dato lo atestigua. Solo se han encajado 4 goles, repartidos en tres de ocho partidos, contra Athletic, Barcelona y Celta, los encuentros en los que el equipo más sufrió pero nunca perdió la compostura.

Esa firmeza defensiva, clásica de cada época competitiva del Valencia, se ha combinado con el arrebato goleador capitaneado por Simone Zaza y Rodrigo Moreno. En solo 8 encuentros, el diferencial de goles es de +15.

El actual Valencia ha mejorado el último mejor precedente, en la temporada 2014-15 con Nuno Espirito Santo, cuando se consiguieron 19 puntos de 24 posibles en el mismo tramo de campeonato.

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