El ánimo del valencianismo aumenta, solo con ver a Gonçalo Guedes vestido de nuevo de corto y tocando la pelota. El extremo portugués regresó ayer a la dinámica de grupo, apenas 16 días después de someterse a una intervención quirúrgica para corregir una fisura en un dedo del pie derecho.

El jugador, de 20 años, fue la novedad del entrenamiento junto a Ezequiel Garay, que también avanza positivamente de una lesión en la musculatura oblicua del abdomen que le ha impedido estar en los dos últimos encuentros, contra Getafe y Celta.

Ambos jugadores completaron la primera fase del entrenamiento y después continuaron ejercitándose con trabajo específico. La estimación optimista es que Guedes pueda volver a jugar contra el Villarreal, dentro de dos jornadas, mientras que hay que esperar a la evolución de los plazos de Garay.

En todo caso, el Valencia necesita volver a sentirse fuerte por los costados, la posición del campo que le ha otorgado el factor diferencial de exuberancia y autoridad para someter a sus rivales y amenazar el liderato del FC Barcelona.

Con la lesión de Guedes, un jugador cuya sola presencia atenaza a los rivales, el equipo de Marcelino no perdió orden y competitividad, pero fue también menos imprevisible. Aparte de su calidad individual, el talento de Guedes activa la mejor versión de los jugadores de su entorno, como Parejo, Rodrigo y Carlos Soler, cuyo rendimiento aumenta proporcionalmente con el jugador cedido por el PSG cerca.

En el 4-4-2 de Marcelino, los extremos son claves, y la lesión de Guedes ha ido acompañada de los síntomas de agotamiento de un Carlos Soler que lo ha jugado todo, con el primer equipo y con la selección sub´21. La adaptación del joven canterano a la banda fue admirable y en las primeras jornadas destacó con su facilidad para dar asistencias de gol a sus compañeros, faceta en la que le acompañaría con éxito Guedes desde la victoria en San Sebastián.

Carlos alcanzó su plenitud en la exhibición contra el Sevilla (4-0) y con posterioridad comenzó a notar los rigores del esfuerzo acumulado unido al hostil marcaje al que fue sometido en la derrota de Getafe, en la que recibió una patada en la segunda mitad de Ángel que le dejó maltrecho el tobillo.

Con Guedes en el dique seco, Soler quiso dar un paso al frente y aguantar el dolor. La semana pasada tuvo que retirarse durante algunos minutos de una sesión y, a las puertas del partido contra el Celta, debió infiltrarse para poder jugar. La falta de frescura del futbolista era evidente y esa sensación aumentó en la segunda parte cuando el efecto de los corticoides bajó y el dolor le provocó que tuviera que pedir el cambio. Ayer no entrenó y se efectuó pruebas.

Sin Guedes, Andreas Pereira ha tenido la oportunidad de reivindicarse. La incidencia del extremo brasileño ha sido mayor, sin embargo, cuando ha salido de refresco. Nacho Gil ha tenido minutos de calidad, recompensados con el penalti que dio la victoria al Valencia contra el Celta. Y ya emergiendo en convocatorias, espera Ferran Torres, toda una perla que entrará en acción en la segunda vuelta.