El Valencia ha llegado muy justo al final de año, con tres derrotas en los cuatro últimos partidos, pero Mestalla despidió a sus jugadores con una ovación muy sentida, señal de que se han dejado el alma en los 17 partidos de Liga.

La fortuna, aliada de las 13 primeras jornadas, le dio la espalda ayer en Mestalla: por la mano de Trigueros dentro del área obviada por un árbitro desbordado; por el cabezazo al palo de Gabriel Paulista que precedió a la autoexpulsión de Zaza (una entrada a destiempo cuando ya tenía una amarilla por protestar), y por una actuación prodigiosa de Asenjo en paradas a Montoya y, sobre todo, a un disparo a bocajarro de Zaza.

El VCF mejoró respecto a las derrotas enl Getafe y Eibar por la entrada en el once de Garay, un central de una pieza, y por el regreso de Guedes, un bala que, lógicamente, pagó el esfuerzo en el segundo tiempo tras venir de una operación del quinto metatarsiano. Por el contrario, el equipo echó mucho de menos a Carlos Soler (Andreas Pereira sigue siendo intrascendente) y no disfrutó de la mejor versión ni de Rodrigo, exhausto, ni de Zaza, penalizado por su exceso de revoluciones.

Como consecuencia, a pesar del dominio valencianista sobre todo en la segunda parte y pese a jugar con uno menos (14 córners a favor frente a uno en contra), el cuadro de Marcelino solo disparó tres veces entre los tres palos de Asenjo. Al Valencia le faltó ayer apretar más el gatillo. Se topó con un Villarreal muy organizado en defensa gracias a la omnipresencia de un Rodri colosal en la recuperación y en la salida de balón.

Javi Calleja optó por fortalecer el interior de su centro del campo con Rodri, Manu Trigueros y Fornals. Marcelino prefirió atacar por los extremos con Andreas Pereira y Guedes. La apuesta le salió mejor a Calleja cuando Fornals avistó la espalda de Montoya y filtró un pase a Bacca, que engañó con el cuerpo a Neto: amagó el tiro cruzado al palo largo y colocó por el corto. Bacca partía de una posición frisando el fuera de juego.

El Valencia reaccionó en el último cuarto de la primera parte y embotelló al Villarreal con una cadena de córners. En uno de ellos, al filo del descanso, Triguereos despejó con el puño ante la inopia tanto del árbitro como de su asistente. El colegiado siguió el juego tarde y mal, desquiciando los nervios a los valencianistas, que se cargaron de tarjetas.

El VCF sacó el orgullo tras la expulsión de Zaza y volvió a merecer el empate, pero le faltó claridad. Marcelino solo cambió a Mina por Lato. El equipo necesitaba más piernas y frescura para el tramo final. El técnico no se fió de los recambios (Ferran Torres por demasiado inexperto y Nacho Gil por venir señalado de Eibar), y el Valencia echó en falta un revulsivo cuando llegó la expulsión de Trigueros. Mestalla agradeció la honradez de su equipo y su excelente segunda parte del año. Está orgullosa de sus chicos. Sigue creyendo en el Valencia.