Más allá del regocijo siempre de la victoria, el Valencia se marchó satisfecho ayer de Mestalla por el debú de Vietto, un fino estilista en la delantera. En menos de 15 minutos, dejó triangulaciones, desmarques y un disparo demasiado cruzado a gol. Su presencia en el último tramo, además, sirvió para que el Valencia pudiera defenderse con el balón cerca del área del Girona, pues el delantero argentino es preciso con la pelota y permite alargar las posesiones dirigidas por Parejo. Después de 10 partidos sin marcar en el Atlético, si Vietto consigue quitarse esa losa de la falta de gol, Mestalla se frotará las manos con el argentino.

Después de dos derrotas seguidas con la suerte esquiva (ante el Eibar y el Villarreal), el VCF necesitaba un triunfo de refuerzo. El equipo cree en lo que hace y Mestalla cree en su equipo, pero las victorias son estímulos imprescindibles para seguir insistiendo.

Nadie se puso nervioso en Mestalla cuando Portu marcó de un cabezazo enroscado. Había mucho tiempo por delante. El punta murciano, uno de los jugadores de la Liga, pidió perdón a la grada, agradecido con el club que lo amamantó y lo dejó marchar sin intuir su progresión y sin haberle sacado ni un solo euro. El jugadón por la banda de Mojica, que burló dos veces a Andreas Pereira y a Nacho Vidal, encolerizó a Marcelino por la falta de contundencia. Tampoco la tuvieron los centrales con Portu, muy solo en el remate. Nacho Vidal, señalado en la previa apor el técnico, acusó el rejón y lo pasó mal con un peligrosísimo Mojica, hasta el punto de ser sustituido por el central Vezo (m. 65). Nacho Vidal apenas da sus primeros pasos en Primera, tendrá tiempo de recuperar la confianza y el mejor comienzo es la generosa despedida que le tributó Mestalla al ser sustituido.

El lado salvaje de Guedes

El Valencia tardó más de un cuarto de hora en reactivarse y lo hizo a través de la fe de Guedes, convertido ya en un líder del ataque valencianista. El extremo portugués atacó por todos los flancos y al abanico de sus virtudes hay que añadir otra, la tozudez para llevar los partidos a donde quiere. Se empeñó en empatar y empató, aunque fuera con un rebote de Ramalho tras un centro suyo desde la izquierda. Mostró su lado salvaje.

Parejo aprovechó el descanso para departir con el árbitro sobre un posible penalti del portero Bono a Rodrigo al final de la primera parte. El Valencia entró decidido a ganar en la reanudación. El equipo había echado de menos las entradas de los laterales en la primera parte, demasiado tímidos Nacho Vidal y Gayà. Hasta que se atrevió el de Pedreguer tras una pared con Rodrigo. Alcanzó la línea de fondo por primera vez y fue derribado por el cuerpo de Maffeo. Transformó Parejo de penalti y el VCF pudo haber sentenciado en un par de contras. Entró Vietto y comprendió las necesidades del encuentro: defenderse con el esférico. Se entendió con Parejo, Guedes y Rodrigo. El lenguaje universal del fútbol. El Valencia gana finura con su fichaje.