A falta de una sola jornada para acabar la primera vuelta del campeonato, el Valencia está en disposición de alcanzar la frontera de los 40 puntos. Una meta psicológica muy considerable con la que repetiría la puntuación que se contabilizaba en la temporada 2003-04, el año santo del «doblete». En aquella ocasión, la cifra sirvió para obtener el simbólico título de «campeón de invierno», circunstancia que no se ha repetido este año ante los números, casi sin mácula, del invicto Barcelona.

Con medio torneo por disputar, los puntos acumulados son una mera pero justa recompensa anímica por el deber cumplido. Y, asimismo, es un dato que contrasta, de manera radical, con la clasificación que obtenía el Valencia en las dos últimas temporadas. A estas mismas alturas, el equipo blanquinegro contabilizaba 19 puntos, casi la mitad de los actuales. Y un curso anterior, en el 2015/16, tenía 23. Se da la circunstancia de que, con su puntuación actual, el Valencia está a solo tres partidos de igualar los puntos totales sumados en cada una de las dos últimas temporadas. 46 en la 16/17, y 44 en la 15/16. De la mediocridad a una exigencia acorde con el potencial y la tradición del club.

Las estadísticas también confirman la extrema fiabilidad de Marcelino García Toral como técnico. En la última temporada en la que estuvo activo antes de fichar por el Valencia, en la 2015/16 con el Villarreal, el técnico asturiano también alcanzó los 40 puntos después de la primera vuelta.

El calendario no se detiene y el Valencia ya preparaba ayer el encuentro de vuelta de octavos de final de Copa de mañana contra Las Palmas en Mestalla. La eliminatoria está de cara pero lejos de quedar resuelta, por lo que Marcelino ayer ensayó los remates a portería con los jugadores que fueron suplentes ante el Girona. La obsesión del técnico es recuperar la contundencia en ambas áreas.