Además de la delantera, el Valencia ha multiplicado también sus recursos en el centro del campo. La entrada de Coquelin, firme en su debú anoche en Riazor, y la constatación de Maksimovic, disparan las posibilidades. El VCF acaba así una primera vuelta de ensueño: 40 puntos y la sensación de poder ir a más con los refuerzos de Coquelin y de Vietto. El equipo de Marcelino, favorecido por la fortuna en los goles, dio la impresión anoche en Riazor de poder ganar cuando quisiera. Salvo en los últimos minutos, cuando cundió el nerviosismo, el Valencia se defendió con soltura y sin necesidad de faltas (solo 8). Y se desplegó con naturalidad: la prueba fue un ataque con siete hombres en el segundo tiempo.

La alineación fue una sorpresa. Nadie esperaba a Coquelin y mucho menos a Santi Mina tras la exhibición de Vietto y Zaza el pasado martes en Copa ante Las Palmas. La titularidad se ha puesto muy cara. Todos le sirven a Marcelino si se lo ganan.

El equipo estuvo incómodo de inicio, con un carril derecho (Vezo y Maksimovic) un tanto desnaturalizado, pero fue entonándose a partir de los caracoleos de Rodrigo y los disparos de Guedes. El primer aviso del portugués provino del pico izquierdo del área, un tiro enroscado al palo largo despejado por la estirada del meta Rubén. La banda izquierda (Gayà y Guedes) comenzó a carburar y el extremo luso mostró detalles de su clase: un control de espuela en carrera y un cambio de ritmo que dejó tirado a Adrián López. El Dépor, pese a empezar con el brío de sus tres delanteros (Adrián, Andone y Lucas Pérez) y los cabezazos de Celso Borges, se encogió. Santi Mina se dio la vuelta con el balón en el círculo central, avanzó hacia el área -caño incluido a Sidnei- y cedió a Rodrigo. El delantero hispano-brasileño abrió más a la izquierda por donde llegaba Guedes. Su disparo enroscado se le escurrió a Rubén de los dedos. Tal vez perjudicado por la persistente lluvia.

El cabreo de Neto

El Valencia arrancó la segunda parte con largas posesiones. Pero después se metió demasiado en su área justo cuando empezó a granizar en Riazor. Marcelino llamó a rebato.

El trabajo de desgaste de Santi Mina tuvo su premio. Se fue al suelo en la presión y robó el esférico a Albentosa. El posterior disparo de Rodrigo rebotó en Mosquera y se marchó a las redes. Parejo vio la tarjeta amarilla (¡10 en 18 partidos!) y se perderá el próximo choque en Las Palmas. Una pena.

Garay estuvo imperial para marcar la raya en el centro del campo cuando el Valencia quiso llevar el control. El central recibió un empujón de Andone que precedió el tanto del delantero rumano. Los nervios se apoderaron del VCF y Adrián, solo ante Neto, disparó alto ante la cólera del meta brasileño con Zaza, despistado en la marca y malhumorado por haber jugado tan poco. La competencia ha crecido y el VCF quiere, como mínimo, otos 40 puntos en la segunda vuelta.