La exquisita segunda parte de Dani Parejo, secundado por el añorado Carlos Soler, abrieron la puerta de la remontada, cerrada por el pie de Keylor Navas a un disparo del capitán del Valencia.

Ante centrocampistas tan reputados como Casemiro, Modric y Kroos, Parejo fue el amo y señor durante al menos media hora de la segunda mitad. Le asistió con criterio Carlos Soler, compartiendo el mismo entendimiento del juego, pero los relevos introducidos en el tramo final por Marcelino (Zaza y Andreas Pereira) no le dieron al equipo el estirón necesario para encender Mestalla.

Al Madrid le sucedió lo contrario: contra las cuerdas en buena parte del segundo periodo, Lucas Vázquez y Asensio oxigenaron al conjunto de Zidane, que cerró el choque con sendos golazos de Marcelo y de Kroos.

Algo pasa con Zaza. El delantero italiano ha pasado de ser el referente principal del ataque a convertirse en el tercer o cuarto atacante. Su estado anímico se ha resentido. Es un jugador que necesita sentirse muy querido para rendir al máximo. Ayer recibió una reprimenda de Marcelino, que le pedía que se acercara a Santi Mina en un conato de contra iniciada por el delantero gallego. El italiano reprimió un gesto de descontento. Algo común en el juego, pero significativo del estado de ánimo del goleador.

Santi Mina y Rodrigo atraviesan un momento dulce de forma, pero es una pena desaprovechar el alto voltaje contagioso del italiano. Santi Mina se ganó acabar en encuentro con un gol picado de cabeza al primer palo tras el centro de córner de Parejo. Rodrigo pasó ayer más inadvertido.

El VCF dependió muchísimo en la primera vuelta de las arrancadas fulgurantes de Guedes, confundido en los tres últimos encuentros, sustituido ayer en el descanso por molestias en el muslo. Más allá de una posible lesión muscular, Marcelino tiene una charla pendiente con el extremo derecho portugués. Debe soltar antes el balón, descargar y sorprender, dejar de ser tan previsible, volver a la humildad de los primeros meses.

El Valencia presentó ayer un boquete en la defensa. No tanto por Coquelin, el mediocentro en funciones de emergencia de central izquierdo, que estuvo correcto. Sino por una actuación calamitosa de Montoya, el experimentado lateral derecho, autor de dos penaltis clarísimos (los dos) y de faltas innecesarias en momentos clave de la segunda parte, cuando el Madrid pedía a gritos una faltita en campo contrario para tomar aire. Los cuatro goles del cuadro de Zidane se aprovecharon de esa debilidad. El segundo penalti es de una inocencia supina porque cuando Montoya empuja a Benzema, este no iba a alcanzar en su salto el centro desde la derecha.

El Valencia está en un momento delicado tras perder los dos primeros partidos de la primera vuelta y pasar con muchos apuros la ronda de Copa frente al Alavés, necesitado de recuperar la firmeza defensiva del principio.

Murillo es imprescindible

El conjunto de Marcelino ha encajado ocho goles en los tres últimos encuentros. Garay es un central de entidad, pero necesita un galgo a su lado para marcar la raya. El ideal es Murillo, todavía en fase de recuperación.

Marcelino debe recomponer las piezas que le quedan ante el Barça en Copa el jueves y el domingo en Liga frente al Atlético. Hay tiempo y ventaja para resarcirse. Toca juntarse y seguir el ejemplo de Carlos Soler y de su majestad, Dani Parejo.