A golpes de rectificaciones, el Valencia espera que Mestalla acabe presentando esta noche un gran aspecto, en el partido más importante en la último década para el club, con la posibilidad de volver a disputar una final. Anoche se cerraron las taquillas, muy concurridas durante toda la jornada, con un resultado final de más de 38.000 entradas vendidas. Las colas en Mestalla llegaron a rodear el estadio para llegar hasta la Avenida de Aragón.

El club anunció que las ventanillas quedarán hoy abiertas de forma ininterrumpida para que los aficionados retiren hasta última hora su localidad. El objetivo es que Mestalla supere los tres cuartos de entrada, un aforo ya respetable y que ya se ha cubierto con lo vendido hasta ayer.

Los precios caros, reducidos en dos rectificaciones posteriores, el hecho de que los socios paguen, que el partido sea televisado en abierto, así como el horario, demasiado tarde para los aficionados que no viven en València, han mitigado hasta la fecha la respuesta de los hinchas. La voluntad del presidente Anil Murthy de potenciar los canales de comunicación con los aficionados y situarlos en el centro de la entidad, ha quedado tocado con la gestión de las entradas. Todo ello en el momento de mayor necesidad deportiva de toda la temporada para los valencianistas.

El factor ambiental que se registre en Mestalla es una de las claves para pensar en la posible clasificación del Valencia para la gran final. De hecho, la presión del estadio de Mestalla es uno de los factores que más se teme en el barcelonismo.