Un error arbitral grave benefició al Valencia cuando peor estaba. Un gol mal anulado a Coke cambió la dinámica del encuentro. El árbitro vio a Gayà en el suelo y entendió que había sido empujado por algún jugador granota. Se equivocó. La embestida a Gayà fue de su compañero Gabriel Paulista. La falta señalada, al principio de la segunda parte, sacó del partido al Levante cuando estaba creciendo y metió de lleno al Valencia, que respondió con una jugada fulminante de Carlos Soler culminada por Vietto en el 2-1.

Ya nada volvió a ser igual. El Valencia sí plasmó entonces su superioridad técnica y acumuló muchos remates (11). El Levante, en cambio, no pudo quitarse esa jugada de la cabeza. Hasta esa acción, el conjunto granota había plantado cara en Mestalla con un juego alegre y serio a la vez, con méritos para equilibrar el derbi.

Por fin, el Valencia sacó lustre a Carlos Soler, un prodigio en todo, y a Guedes, un caballo salvaje por domesticar. Su participación se traduce en muchas más llegadas generadas y, por tanto, ocasiones de gol. El mejor, sin embargo, fue Santi Mina, partícipe de todas las acciones de peligro, lanzado a la titularidad por un alarde de ambición y de voluntad de hierro.

Y en cuanto al Levante, el choque de anoche en Mestalla es esperanzador por la personalidad de sus jugadores. En esa línea, la permanencia estará asegurada.

«Tranquilos», repetía como un mantra Marcelino a sus jugadores al borde del descanso. La primera parte había transcurrido demasiado acelerada para ellos, sin el punto de pausa necesario para aclarar las ideas.

El Valencia se encontró a un Levante liberado y valiente para responder con ataques a los valencianistas. El partido fue frenético. Pasado el cuarto de hora, se rompió por todas sus costuras. Santi Mina cabeceó un centro de córner de Parejo. El delantero gallego ya había cabeceado con la misma violencia antes, pero alto. Mina anotó su noveno tanto en Liga tras haber superado una y otra vez a su paisano Róber Pier, que recurrió a una dura entrada para frenarlo.

El Levante no iba a ser tímido en Mestalla. En una contra, el recorte magistral de Ivi a Gabriel Paulista dentro del área proclamó que en sus filas también había calidad para decidir un derbi. Poco antes, Postigo había empatado el encuentro al empalmar con el interior de la bota derecha un centro desde la izquierda de Campaña. El central llegó desde lejos y se encontró solo dentro del área. Un excelente desmarque que pilló a toda la zaga blanquinegra con la tensión bajada.

El Valencia quiso acelerar en el arranque de la segunda parte. El Levante ya estaba mucho más protegido en su campo, cerrando todos los espacios. Pero el centro del campo granota seguía siendo solvente. La velocidad de Morales puso en aprietos a Kondogbia e inquietó a Mestalla.

El Levante parecía cada vez más cómodo en campo contrario cuando Coke cabeceó en el segundo palo un centro de córner desde la izquierda. El remate fue limpio, pues estaba completamente solo. Un golazo. Pero lo anuló el árbitro ante el estupor de todo el levantinismo. Gayà había caído empujado por su propio compañero, Paulista. Nada más sucedió dentro del área.

Lo peor para el Levante estaba por venir. En una arrancada llena de furia, Carlos Soler dribló a varios rivales en la frontal del área y su tiro cruzado lo repelió Oier. El rechazo tampoco pudo embocarlo Santi Mina, pero sí Vietto tras levantar el cuero suavemente por encima del cuerpo de Luna, que estaba en el suelo. Ese toque sutil fue lo mejor del delantero argentino, demasiado frío en el resto del encuentro.

Santi Mina acaparó todo el protagonismo ofensivo a pesar de la ansiada entrada de Zaza. Primero envió un remate al palo izquierdo y, más tarde, se inventó un autopase ante Postigo y, cara a cara con Oier, disparó sobre el portero.

El Levante se hundió tras el error arbitral. El Valencia remató el derbi cuando Zaza, en una pelota dividida, chocó con Róber Pier y el árbitro pitó penalti. Tampoco lo pareció. Los granota clamaron otra vez contra el colegiado. El penalti lo transformó Parejo con tranquilidad. Coquelin le dio aire al centro del campo y el Valencia volvió a ganar después de seis derrotas consecutivas. El equipo de Marcelino, estirado por Soler y por Guedes, vuelve a la carrera por la Champions. El equipo de Muñiz, lleno de coraje, merece la confianza de la hinchada granota hasta el final. Con este fútbol, está más cerca.