Tercera victoria consecutiva del Valencia, que ante la Real Sociedad volvió a vencer con todas las imperfecciones y sufrimientos que ya mostró en los triunfos contra el Levante UD y el Málaga, pero que se afianza en las posiciones de Liga de Campeones gracias a la intuición goleadora de Santi Mina. Con dos nuevos tantos, celebrados con la clásica imitación a Lebron James, el delantero vigués representa una fiel fotografía de los valencianistas. Los blanquinegros sobreviven a sus evidentes limitaciones con una perseverancia asombrosa, y una fe en sus posibilidades que se traducen en 49 hermosos puntos.

Las concesiones defensivas que ofrece la Real Sociedad abrió la puerta a un partido abierto, en la que la tripleta más imaginativa del Valencia, Guedes, Soler y Rodrigo, tuvo tiempo para recibir y metros para correr. Durante toda la primera parte se anticipaba la llegada del primer gol. En el remate de cabeza, algo forzado de Parejo, en el minuto 9, después de una buena triangulación de Rodrigo, Guedes y Gayà, que centró con su rosquita templada.

En el 17, Coquelin acomodó el cuerpo para buscar el disparo, segundos incluso de recibir el pase de Parejo. Le salió un chut seco y duro, ajustado al poste, repelido por Ramírez. El rechace lo cazó alto Rodrigo. Poco antes, en el 12, un centro de Soler al segundo palo fue dejado de cabeza por Mina, sin encontrar rematador. Probablemente el delantero gallego tendría que haber finalizado él mismo la jugada, como haría en el 33. El envío, calculado con las mismas coordenadas, fue de Montoya, y Mina sí concretó picándola adentro y confirmándose como el principal referente goleador del equipo.

A la Real Sociedad le tocaba arriesgar más. Su máximo mérito hasta ese momento había consistido en provocar silbidos tímidos de la grada en alguna posesión larga e improductiva. Por lo demás, el conjunto txuri urdin se llenó de tarjetas de forma prematura, en un partido con un ritmo lento y poco tenso. Las aproximaciones realistas al área del Valencia fueron desbaratadas por la mayor contundencia que aplica, y que contagia a sus compañeros, el mariscal Murillo.

Con todo de cara para sentenciar, el Valencia desconectó incomprensiblemente en la segunda mitad. Ya se advertían signos de relajación, antes del error de atención que en el 53 significó el tanto del empate de Oyarzabal. Illara robó un pase en corto en la salida de pelota entre Murillo y Coquelin, y Oyarzabal batía a placer a Neto. Otro partido más sin la portería a cero.

El Valencia contra el crono y Guedes contra su ofuscación. Se ofrecía y pedía la pelota, pero recortaba en horizontal buscando huecos que no aparecían. Marcelino movió el banquillo y retiró a un intermitente Soler por Zaza. El técnico italiano alaba públicamente la actitud del delantero italiano, pero no vuelve a la titularidad ni con el calendario más descargado de partidos. Sí así sucede es porque Santi Mina se ha hecho justo merecedor de su lugar en el once. Rodrigo, en su primera aparición desplazado a la banda, centró raso y Ramírez no acertó a blocar de primeras. Un error que, normalmente, se subsana con un despeje o atrapando en dos tiempos la pelota. Pero acabó en gol porque Mina acudió a presionar un balón que el 95 % de delanteros cree perdido.

Con 2-1, Marcelino volvió a dar minutos de calidad (casi 20) a Ferran Torres, recibido con aplausos expectantes. La Real, equipo de caras variadas incluso en un mismo encuentro, se estiró en busca del empate. Una igualada que no llegó de puro milagro, tras una falta lateral botada por Canales que Neto sacó en la misma línea. El rechace empujado por un atacante realista rebotó en el codo de Neto, también en la misma frontera. Después de padecer dos meses en diciembre y enero de reveses constantes, los resultados han vuelto. A partir de esa confianza, debe regresar el juego.