El Valencia fue muy superior al Alavés durante todo el partido, en un encuentro digno de las Fallas, que me ha recordado a aquella eliminatoria de Recopa que jugamos ante el Barça en 1980 y que ganamos 4-3. Todos los partidos en días de Fallas son especiales. El equipo de Marcelino firmó ayer una de las mejores primeras partes de toda la temporada, con un trabajo exquisito del medio campo y de la línea ofensiva, un vendaval cada vez que tenían la pelota en su poder y se lanzaban en vertical hacia el área contraria.
Conexión letal entre el medio campo y la línea ofensiva
El centro del campo, con Kondogbia y Parejo, en la conexión con Guedes y Rodrigo, fue letal. El Alavés se vio superado en todo momento por el Valencia, que no sólo quería la pelota, sino que la transportaba al área rival con mucha facilidad. No hubo ni un solo jugador que se viese eclipsado por otro, porque el equipo funciona como una máquina perfectamente engrasada. El Valencia tiene excelentes individualidades, pero también es un colectivo muy bien cuajado.
Homenaje a Parejo y a Rodrigo
Recién llamados por la selección española, Parejo y Rodrigo se marcaron un partido ejemplar. Sobre todo el segundo, con mayor protagonismo por el primer gol y por colaborar en gran número de ataques del Valencia. Está en plena forma. Marcelino quiso premiar la internacionalidad de ambos futbolistas dándoles el cambio en la segunda parte, para que recibiesen la lógica ovación de Mestalla.
El Valencia se reactivó tras el gol del Alavés
El partido bajó un poco el ritmo al inicio del segundo tiempo, pero siempre estuvo controlado por el Valencia. Sólo hubo un poco de incertidumbre tras el gol del Alavés. Pero el Valencia siguió a su ritmo y con Guedes, Rodrigo y Soler siguió disfrutando de ocasiones para aumentar el marcador. Lo hizo con ese gol en propia puerta, pero Guedes estaba preparado para el remate. Es una buena noticia que el Valencia siguiese marcando el ritmo del partido y buscando el gol tras encajar el tanto visitante. En años pasados, seguramente, hubiese pasado factura, pero ahora el Valencia es un equipo de confianza que no baja los brazos en ningún momento.
Homenaje a la fiesta
El partido sirvió, también, para homenajear a las Fallas, unas fiestas que Mestalla vive como en calle. Valga la metáfora, además, de que el Valencia no se conforma con la posición que ocupa en la clasificación, como si hubiese quemado una falla y esté pensando en la siguiente, hasta entrar matemáticamente en la Champions.
