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Hay que querer a Zaza

Hay que querer a Zaza

Días antes de cerrar de forma definitiva el fichaje de Simone Zaza, en aquel extraño interim tras la dimisión de García Pitarch, Lay Hoon respiraba compungida con el coste de la operación. La expresidenta, atribulada, preguntó a Vicente Rodríguez -en aquel momento único responsable deportivo con cierto nivel de credibilidad en el club- si 18 millones no era un importe excesivo teniendo en cuenta el alarmante estado financiero de la sociedad. El secretario técnico, que había seguido en directo diferentes partidos del atacante italiano, no tenía dudas. «Va a hacer goles aquí y, si necesitamos vender dentro de un tiempo, es un jugador al que le ganaremos dinero». Vicente, poco dado a salir en la foto, no solo defendió el fichaje entre cuatro paredes y acompañó a Zaza a un palco privado el día de su estreno en Mestalla. Aquella tarde, miles de personas se manifestaron en la Avenida de Suecia contra Peter Lim y el equipo, ya con Voro en el banquillo, le ganó por la mínima al Espanyol (2-1) con goles de Montoya y Santi Mina. No era fácil mojarse en aquellos días. Y los dos lo hicieron. Vicente, por el fichaje. Y Zaza, por el Valencia.

Ha transcurrido más de un año y el tiempo le ha dado la razón a ambos. Simo está haciendo goles y además, ha encontrado un lugar en el que ser feliz. Es habitual verle tarareando canciones de la Curva Nord con el partido en marcha y ya es uno de los ídolos del respetable, tan proclive a rendirse ante jugadores que se dejan lo que tienen. Y ese es Zaza. A veces tosco, otras inesperadamente genial, pero siempre al límite de sus posibilidades. Aunque acabe cojo la mitad de los partidos. Jugadores así, calientes, mediterráneos, pasionales no solo encienden al estadio sino que contagian carácter y ambición al grupo. Una transfusión de sangre que necesitaba un vestuario demasiado acostumbrado a perder partidos y que no pasara nada. Por eso ahora que el Fair Play obliga a plantearse la salida de uno o dos futbolistas referencia habría que eliminar a Simone de la lista negra. Domesticando su genio para el caso hipotético de un cambio de rol -puede pasar a ser recurso en lugar de argumento- será fundamental dentro y fuera del campo en una temporada apasionante como la que se avecina. No me imagino un Valencia en Champions sin Zaza. Y creo que Mestalla tampoco.

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