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Análisis

El fútbol valenciano, en lo más alto

El Valencia cumple sus objetivos con dos jornadas de antelación y el Villarreal está a punto - El Levante acaba como un cohete

Bruno Soriano, a la izquierda, saluda a su excompañero Gabriel Paulista. i. brotons

El calibre de un entrenador se mide por el rendimiento sacado a los futbolistas. Marcelino García Toral ha convertido a Rodrigo, gatito inofensivo hasta el verano pasado, en un goleador por tierra, mar y aire, a punto de volar al Mundial de Rusia; a Kondogbia, abucheado y escarnecido por sus goles en propia puerta en el Inter, en el mediocento defensivo más completo de la Liga (con permiso de Busquets); a Santi Mina, un caballo desbocado y señalado por los 10 millones pagados al Celta, en un ejemplo de la efectividad; a Parejo, apaleado por su trote indolente y las pérdidas de balón en el corazón del campo, en el maestro y capitán de un señor equipo... Las palabras acatarradas de Parejo a pie de campo, tras perder en Vila-real, acordándose del apoyo en los desplazamientos de los aficionados más apurados económicamente, apuntan a un líder sólido.

A pesar del gusto del técnico asturiano por el fútbol directo, el centro del campo del Valencia ha sido una de sus señas de identidad: Carlos Soler, Kondogbia, Parejo y Guedes (con algunas apariciones fulgurantes de Coquelin y Ferran Torres) subrayan una línea sobre la que construir un proyecto.

Confirmado el meta Neto en un papel estelar, la defensa, sin embargo, es manifiestamente mejorable. Y en el debe del entrenador está el no haber podido sacar más partido del lateral derecho Martín Montoya: sus fallos defensivos, además de la apuesta de Marcelino por Vezo en los partido de fuera, fueron minando su aportación general. Al final, ni atacaba ni defendía.

Una vez conseguida la clasificación matemática para la Champions con dos jornadas de propina, el principal agradecimiento es para el entrenador, que ha sabido llevar el grupo con tiento y acierto. Nadie en el club de Mestalla, ni el más optimista entre los preparadores, dirigentes o jugadores, preveía un regreso a Champions con tanta celeridad después de dos temporadas frenopáticas.

Los 10 puntos y 12 goles más del Valencia respecto al Villarreal tienen mucho que ver con la suma de los tantos de los tres delanteros (Rodrigo, Zaza y Santi Mina), por mucho que el técnico haya puesto al italiano en la rampa de salida del club. Si no le gusta, por considerarlo tan solo un rematador, poco hay que añadir. Tan solo buscarle la mejor salida a un futbolista muy apreciado por Mestalla.

Un año sin Bruno

El mérito del Villarreal de Javi Calleja, a medio centímetro de certificar su clasificación de la Liga Europa, cabe contextualizarlo en una temporada maldita para la entidad grogueta. El mejor jugador de la plantilla y su líder durante el último lustro, Bruno Soriano, no ha podido disputar ni un solo minuto, martirizado por una catarata de lesiones. Al menos su ausencia ha supuesto la consagración del heredero, Rodri, en vías de volver a sus orígenes en el Atlético de Madrid por 20 millones. El entrenador de partida, Fran Escribá, fue destituido a las primeras de cambio. El delantero de referencia, Bakambu, se marchó atraído por el oro chino. Su sustituto, Roger Martínez, no ha llegado a entrar en juego. El fichaje estrella en la delantera, Unal, apenas ha dejado detalles de su potencial. Y el defensa de jerarquía contratado en verano por 15 millones, el central Semedo, ha acabado en la cárcel por tentativa de asesinato.

Todo eso lo ha superado el Villarreal de Calleja con una estructura de equipo contragolpeador: un excelente portero, Sergio Asenjo, una línea de cuatro aseada, un poderoso centro del campo (Bruno y Trigueros, con dos balas por los extremos, Samu Castillejo y Cheryshev), un media punta para romper las líneas (Raba o Pablo Fornals) y el despertar goleador a última hora de Bacca, que replantea la posibilidad de negociar con el Milan a fin de revisar a la baja su cláusula de compra pese a sus 32 años de edad. Es una garantía de gol.

El arreón de Superlópez

La historia del fútbol está llena de rarezas y de episodios épicos. El del Levante, desde la llegada al banquillo de Paco López, es uno de ellos.

El técnico ensasillado en los conjuntos de formación, donde se apreciaba el buen trato con los jóvenes tras pasar por las mejores canteras valencianas (la del Valencia, el Villarreal y el Levante), ha inyectado años de vida en una plantilla lánguida durante los últimos meses de Muñiz al frente. La ha liberado.

Paco López hizo sentir a los jugadores que eran futbolistas del Primera División, sin complejos, y alimenta la esperanza de que ese idilio con la grada se prolongue la próxima temporada con el entrenador de Silla en el banquillo de Orriols.

La figura de Paco López remite a la de otros hombres de la casa mucho más sensatos que sus afamados predecesores, Vicente del Bosque en el Real Madrid Voro González en el Valencia. Es uno de los nuestros.

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