Vanessa Paños, Valencia

Seguro que todo el mundo tiene en su casa algún objeto que le han regalado y que, o bien porque no le encuentra ninguna utilidad, o bien porque es poco agradable a la vista, no sabe qué hacer con él, dónde ponerlo y si guardarlo o no en un baúl. Típicos regalos "feos" e "inútiles" que se acostumbran a dar en las bodas, los bautizos o las comuniones. Obsequios que las propias empresas hacen a sus empleados en determinadas fechas. Incluso, recordatorios absurdos con los que familiares, amigos o conocidos deciden deleitar a sus allegados cuando vuelven de las vacaciones por el simple hecho de hacer ver que se han acordado de ellos durante el viaje.

Pongo, así se denomina comúnmente a este tipo de souvenirs. De forma no académica, se puede definir como "un objeto de dudoso gusto que acostumbran a regalar por compromiso y sobre el cual uno se pregunta: ¿Dónde lo pongo?".

La clave de este fenómeno está en el mal gusto y en el poco estilo de las personas que deciden comprarlos, por eso, adjetivos como feo, raro, extravagante, hortera, horrible o ridículo son algunos de los calificativos que acompañan y describen a estos objetos cuando la persona obsequiada ve el regalo que ha recibido.

Rafael Xambó, profesor de sociología en la Universitat de València, considera que el fenómeno del pongo "deriva de la relación existente entre la persona que regala y el que recibe el obsequio". En función de esta afinidad, Rafael diferencia entre los regalos que las empresas hacen a sus empleados, "cuyo cometido es cumplir, sin necesidad de tener en cuenta o satisfacer a los trabajadores", y los objetos de recuerdo que los familiares, amigos y conocidos dan después de las vacaciones. En este último caso "la persona que regala trata de imponerse y exhibirse ante el otro para darle envidia del viaje". En definitiva, "los pongos sólo se ofrecen cuando no se tiene interés en regalar algo que verdaderamente puede ilusionar o satisfacer a la otra persona", puntualizó Rafael.

¿Cómo identificarlos?

Según ha podido comprobar Levante-EMV a través de la red, estos objetos decorativos -también conocidos como "kitsch"-tienen algunas características propias que les identifican. Natividad de la Puerta, una bilbaína doctorada en Historia Económica y coleccionista de pongos, explica en su blog que estos obsequios suelen cumplir ciertas condiciones. Según ella, los pongos deben ser "totalmente inútiles, o en su defecto, especialmente inapropiados para su función", como por ejemplo un dedal de porcelana demasiado ancho para cualquier dedo o un abanico desproporcionadamente grande. Se trata además de piezas muy baratas que no suelen costar "más de seis euros". "Debe quedar excluido cualquier objeto que contenga palabras como "auténtico", "certificado" o "calidad", aunque se permiten los objetos que están esmaltados en azul cobalto y llevan bordes dorados en los que pone "oro de ley"", especifica Natividad. Además, son objetos que no sólo son "indestructibles", sino que también se caracterizan por tener una "gran facilidad para acumular polvo".

Concursos de "pongos"

Existen numerosos concursos en los que los participantes dan a conocer sus pongos con el único objetivo de ser reconocidos como poseedores del objeto más horrible y ridículo. Asimismo, muchas empresas utilizan este fenómeno para promocionarse, premiando al ganador con vales o bonos.

Un ejemplo de ello es el centro comercial Aqua Multimedia de Valencia, que desde el jueves celebra una exposición-concurso con el fin de "ayudar a los clientes y vecinos de la zona a despojarse de los pongos que tienen en sus casas", explicó Jose J. Pazos, director de marketing de Aqua.

Un extraño reloj dorado en forma de barco con dos ruedas en la parte inferior, una figura con la representación de La Última Cena o un simple botijo de cerámica pintada son algunos de los sesenta pongos que se pueden encontrar hasta el momento en esta exposición y cuyo dueño podría convertirse el próximo 24 de octubre en ganador de un bono de quinientos euros para realizar compras en el establecimiento. Todo depende de los mensajes y votaciones que reciba cada uno de los pongos a través de la web del propio centro comercial.

Además, el día de la entrega del premio se realizará un peculiar intercambio de pongos entre todos los participantes, "quien quiera puede recuperar el suyo, y quien no, puede intercambiarlo y hacerse con otro diferente", explicó Pazos.

La web lastminute.com organizó también a principios de este mes un concurso a través de la red para "encontrar el souvenir más horroroso". Finalmente, el jueves, el jurado decidió que "por cumplir con todos los criterios establecidos por el certamen sobre lo que no debe ser un recuerdo de viaje, por su inutilidad, poco gusto, falta de criterio y estética y por su originalidad", el pongo ganador debía ser una pequeña figura de una bruja sentada en una taza de váter. El premio para el poseedor de la "bruja wc" fue un bono valorado en seiscientos euros para la contratación de viajes en esta agencia online.

Parece ser que poseer un pongo no es siempre un inconveniente para su dueño, pero para quien sí lo sea, está claro que debe tener un poco de humor y valorar más el detalle de recibir un regalo que el propio objeto de dudoso gusto.