S. G., Valencia

La consignación de una partida presupuestaria de 300.000 euros (de un total de 1,5 millones) en los presupuestos de 2009 de la Generalitat Valenciana para la remodelación del jardín de la plaza de Manuel Granero en el barrio de Russafa implica el punto final del polémico proyecto de construcción de un aparcamiento en este punto y la lucha vecinal emprendida por salvar el "bosque urbano" que, con los años, ha crecido en él.

Fuentes municipales confirmaron ayer a Levante-EMV que los departamentos de Tráfico y Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia y la Conselleria de Infraestructuras y Transporte han decidido dar carpetazo al "parking" proyectado en la plaza -para el que se llegaron a realizar las catas el pasado mes de julio- por el rechazo que suscita entre los vecinos que, al fin y al cabo, son los que sufren la falta de estacionamiento.

La "zona naranja", en estudio

Los técnicos municipales y autonómicos trabajan ya en las posibles alternativas. Se han localizado dos posibles emplazamientos para el aparcamiento subterráneo, en la calle de Los Centelles y en otro lugar y se estudia también la idea de convertir el barrio o parte de él en "zona naranja" de ORA, que se uniría a la del barrio de El Carmen. Se trata de aparcamiento con preferencia para los residentes del centro histórico, que dispondrán de una tarjeta pagando una tasa anual "asequible". Estas mismas plazas no serían únicamente para domiciliados, sino que también podrían ser utilizadas como zona azul.

La pretensión de la Conselleria de Infraestructuras y el Ayuntamiento de Valencia de construir un aparcamiento subterráneo debajo del jardín de la plaza de Manuel Granero, el único gran pulmón verde del barrio, levantó a muchos vecinos en contra. El proyecto obligaba a trasladar 154 árboles de gran porte. Los vecinos recogieron miles de firmas, con el apoyo de asociaciones de distinto tipo de Russafa, las comisiones falleras y las asociaciones de padres de los colegios.

Finalmente, y tras un incidente en la junta de distrito en la que el presidente y concejal de Pedanías, Vicente Aleixandre, fue increpado por los vecinos, la alcaldesa Rita Barberá se comprometió personalmente a echar el proyecto atrás si no había consenso vecinal, a pesar de asegurar que había sido consultado con una decena de colectivos.