M. V., Valencia

Todos los lunes la calle Caballeros se convierte en un hervidero de gente de siete y media de la mañana a nueve de la noche, un bullicio que llega desde cualquier punto de la provincia y que converge en un único lugar: la parroquia de San Nicolás. Es la llamada Caminata de los tres lunes a San Nicolás de Bari y, desde hace algunos años, también a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles.

La principal vía de acceso es la calle Caballeros, ya sea por la plaza de la Virgen (la más habitual) o por la del Tossal, aunque también llegan devotos por cualquier bocacalle que dé a Caballeros o a la plaza de San Nicolás, aunque en menor cantidad por lo estrecho de las aceras de esas vías y la avanzada edad de muchos de los creyentes. De hecho, no es la primera vez que alguno de los parroquianos tropieza, recibe un golpe o incluso es arrollado por un vehículo durante su trayecto a San Nicolás. Por eso, la gran mayoría prefiere hacer el último tramo de la caminata "por la calle Caballeros, que es más ancha y sin bordillos", asegura una de las feligresas.

Un camino en silencio

Para que los santos obren los favores el camino, que parte "desde la casa de cada uno o del lugar donde lo deje el tren o el autobús", ha de hacerse "en riguroso silencio", explica Adela Moreno, propietaria del tenderete de estampas, rosarios y velas ubicado a la entrada de la parroquia. No siempre es así "porque muchas mujeres vienen en grupo y se ponen a charlar", agrega mientras atiende sin cesar a su abundante clientela.

Pero, sea como sea, el objetivo siempre es el mismo: solicitar atenciones del titular de la parroquia. Para obtenerlas es preciso "pedir con fe", explica una de las creyentes. Pese a que el fervor al santo viene de antiguo, de un tiempo a esta parte le ha salido un competidor: San Judas Tadeo, cuya pequeña imagen reposa en el interior del templo. "Es una figura con mucha devoción popular -aclara una feligresa- y la gente aprovecha la visita a San Nicolás para verlo a él también y solicitar su intercesión". Y, según dicen, la concede. "Le he pedido varias cosas y siempre se me han cumplido", asegura Camila Pizarros, "lo que pasa es que sólo vengo cuando lo necesito, no lo agobio todas las semanas".

Sobre los ruegos, es indispensable mantenerlos en secreto porque "si no, no se cumplen, igual que si fallas uno de los tres lunes, ya no vale y tienes que volver a empezar". Aún así, Camila confiesa: "No hay que pedirle cosas materiales, sino que interceda por la salud, los estudios... de dinero, nada; han de ser cosas sencillas pero importantes".

Para arribar a San Judas hay que recorrer de cabo a rabo la parroquia porque el gentío se sitúa en fila a modo de sinuosa serpiente entre pasillos y bancos. "A veces me ha costado llegar hora y media", afirma Camila. Luego, si la petición se hace realidad, hay que cumplir lo que se prometió. "He venido andando desde Albal para dar las gracias porque la operación de mi madre ha salido bien", comenta Ana, otra asidua. Y eso es lo normal. Hay quien incluso va caminando descalzo o vestido con hábito.