M. Vázquez, Valencia

A simple vista ninguno de los que dormimos todos los días a cubierto podríamos sobrevivir ni una sola noche con lo que ellos llaman abrigo: un par de camisetas de manga corta, una sudadera casi transparente de tan vieja y una pequeña chaqueta de algodón. Y, para cobijarse, unas mantas recuperadas de un contenedor y una funda de cartón como edredón. Son las decenas de indigentes que, cada noche, sobreviven al raso y, sobre todo, a las gélidas temperaturas que la ola de frío polar ha arrastrado a la ciudad.

Para huir del rocío de la noche que en estos días ya se convierte en escarcha, los "sin techo" buscan refugio bajo los soportales del centro o en cualquier otro sitio donde puedan guarecerse de las horas más rigurosas de la madrugada. Los buenos lugares son escasos y están superpoblados. "Las columnas" es uno de esos puntos. Se trata del pórtico de un edificio recayente a la calle Bany y Asilo de Infancia y, bien aprovechado, puede acoger a decenas de indigentes, como así es, de hecho.

"Donde los médicos" es otro de los lugares de concentración nocturna y se ubica a pocos metros del primero: la entrada del centro de salud de Guillem de Castro, casi frente a las Torres de Quart. Allí, al menos una veintena de "sin techo" se apiña cada noche para dormir "al abrigo" de un par de paredes. Martín es uno de ellos.

Cómo sobrevivir en la calle

Tiene 51 años y lleva más de cuatro en la calle. Llegó, como tantos otros, por problemas familiares y ya no sabe cómo salir. Asegura que casi no tiene frío "por las mantas" que rescata de los contenedores de basura. Allí, afirma, "encuentro todo lo que necesito": desde alimentos a detergente para "lavar la ropa en las fuentes". El resto, "algún café con leche y un bocadillo", lo recibe de "gente de las parroquias que salen a veces para darnos algo caliente".

Martín, para el que lo peor de vivir a la intemperie es que "te roban muy a menudo, aunque parezca mentira", acude todos los días a comer a la Casa de la Caridad, donde "alguna vez" también ha aceptado cama. El problema es que "hay que rellenar papeles y cumplir las normas", a saber: "Llegar pronto" y "participar en los programas sociales que organizan". Si no los hacen, "no hay cama".

Miguel Ángel también se queja de lo mismo. "No doy el perfil para recibir ayudas porque no soy toxicómano, ni alcohólico, ni inmigrante. Al menos eso me dicen las asistentas sociales", se queja. Y así sigue, intentando sobrevivir "sin la ayuda de las administraciones, que únicamente se acuerdan de nosotros para hacerse la foto" y que "nos usan para hacer negocio con ayudas y subvenciones europeas".

Sólo lleva 25 días en la calle -los tiene bien contados-, distribuidos "en cuatro tandas" porque "entremedias" ha encontrado pequeños trabajos (aún los busca). Duerme en la plaza Redonda junto a otros muchos "sin techo" que, como él, se sienten "hostigados por la Policía Local". Los agentes, cuentan, "nos despiertan a las tres de la madrugada y nos echan de allí porque, según nos dicen, no se puede dormir en la calle". Si se van a un parque, la historia se repite. Y si eligen un banco, no pueden tumbarse "porque no son para dormir", repiten Manuel y Vicente, otros de los afectados, quienes creen que todo se debe a que "obedecen órdenes y tienen la consigna de hacer que nos vayamos a otra ciudad".

Pasan frío, reconocen, aunque lo sobrellevan como pueden. Una solución, al menos para estos días de heladas y termómetros al mínimo, sería aplicar la misma medida que Madrid pone en práctica: "Dejar abiertas las bocas de metro", propone Paco, otro indigente que "muchas noches" pernocta en el jardín de Don Juan de Vilarrasa.

Sin embargo, la Operación Frío que el consistorio inauguró el martes sólo ofrece plaza en albergues, algo que todos rechazan sin dudar. ¿Por qué? Porque deben dejar fuera todas sus cosas, "sabiendo que al día siguiente ya no estarán", y porque no quieren que el cuerpo se les "mal acostumbre" a dormir en una cama si "a los tres días nos van a tirar", ya que la estancia no dura más. Así las cosas, se cuestionan "por qué si de verdad quieren ayudar -de lo que dudan- no acuden a preguntarnos a nosotros que, después de todo, somos los que de verdad estamos en la calle".