El incendio que ha destruido recientemente el centenario Teatro de la Princesa -o Teatro Princesa, que es como se le conocía últimamente y como figuraba en la parte superior de la fachada- ha sido noticia de toda página en los medios informativos en las últimas jornadas. Se ha revivido por escrito sus antecedentes, sus inicios en la mitad del XIX y se ha hablado mucho de figuras que en siglo y medio desfilaron por su escenario. Se ha recordado que fue rotulado con ese nombre en honor de la primogénita de la reina Isabel II en diciembre de 1853; y como anécdota convendrá recordar también que, ante el anuncio de que iba a levantarse el telón el día 20 de aquel mes, hubo periódico satírico que escribió algo así, burlonamente: "Mañana se estrena la Princesa; no sabemos si con estreno o reposición".

En el siglo y medio largo, este teatro valenciano ha cambiado en dos ocasiones de nombre; primero, cuando fue destronada la citada reina, se le rotuló Teatro de la Libertad, recuperando el anterior título cuando ocupó el trono el hijo, Alfonso XII; y nuevamente se le rotuló de la Libertad en los tres años de la guerra civil, de 1936 a 1939, para definitivamente volver, hace siete décadas, a su nombre primitivo que todavía se puede observar en la fachada recayente a la calle del Rey don Jaime.

Pero si cambió de nombre, también cambió de género de espectáculos. Mucho se ha escrito en las últimas jornadas de autores y actores que allí ofrecieron sus creaciones -Francisca Ferrer Gimeno publicó en estas páginas un documentado artículo en el que destacaba, entre otros creadores, a Enrique Rambal, Jacinto Benavente, Serafín y Joaquín Alvarez Quintero, Joaquín Dicenta, Paco Comes o Peydró, el músico-; pero se ha evocado menos lo que presentó el Princesa en el último tercio del siglo XX; pues tras la guerra civil se convirtió en sala de cine, en años en que la competencia teatral era enorme en la ciudad; coincidían con representaciones diarias -tarde y noche- los teatros Principal, Apolo, Serrano, Eslava, Ruzafa, Alcázar, y otros de menor periodicidad, como La Casa de los Obreros, el Patronato, el Teatre Valencià...

Y llegamos a la década de los setenta. Empresarios de teatro se interesan por el Princesa, y con motivo de este incendio recordaba el actor valenciano Tony Jadell que allí ensayó y actuó con su compañero Rafa Barry en un breve espectáculo que montó el hermano de éste último, el promotor Ismael Barry. Recordaba Tony que ensayaban mientras se preparaba el local, en el que hubo que acondicionar el patio de butacas, montar el escenario, cortinas, telones, etcétera, así como habilitar los camerinos para lo que se esperaba. En la decoración intervino el pintor y escenógrafo, además de árbitro internacional de fútbol, Manuel Fandos, quien ya había demostrado sus capacidades para ello en otros teatros regentados por Colsada en Barcelona.

Reabrió el Princesa como teatro en los años 1971-72, con aquel divertido espectáculo Sin bragas y a lo loco, con el citado grupo que venía del Price madrileño. Y en seguida fue el empresario Matías Colsada, que en años anteriores había presentado revistas en el Ruzafa, quien pasó a programar con sus espectáculos el centenario local rehabilitado, rehecho y ahora incendiado.

Fue después Teatro Nacional, dependiente del Ministerio, y tuvo como comisario en Valencia al radiofonista y comediógrafo Juan Alfonso Gil Albors. Y ya finalmente pasó a ser conducido por la propiedad, que cedía la programación a empresarios de ámbito nacional. Allí pudimos ver hace treinta y treinta y cinco años a Franz Joham en El diluvio que viene, en el que, por cierto, tuvo que cesar por necesidades de contrato; fue sustituido por un actor catalán que lamentablemente falleció en escena en este teatro; vino a ocupar la plaza momentáneamente el cómico valenciano Pepín Salvador, quien ya había interpretado en otras plazas el papel del famoso vienés, para finalmente incorporarse al puesto el valenciano Manolo Andrés. Una de las últimas producciones presentadas en el Princesa fue en el año 1984; la obra representada fue El caso de la mujer asesinadita, protagonizada por Ismael Merlo, quien desgraciadamente falleció a las pocas semanas en Madrid.

Los que sobrevivimos de ese tiempo recordamos haber contemplado en aquel escenario a figuras como Lina Morgan, Carmen Sevilla, Juanita Reina y Remedios Amaya -éstas tres en un espectáculo folclórico-, y a Paco Martínez Soria en sus últimas visitas a Valencia; y a tantas otras figuras de ámbito nacional que dieron las últimas representaciones en ese local que acaba de ser incinerado y cuyo porvenir es incierto.