La iniciativa del gobierno municipal de instalar cámaras de vigilancia en la playa de la Malva-rosa/Cabanyal, independientemente del revuelo que ha causado entre las filas de la oposición socialista -que entiende que la medida puede violar la privacidad de los bañistas-, y de las críticas de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia -que pide una mayor presencia policial en las playas-, sigue siendo desconocida por una amplia parte de los bañistas, como pudo comprobar ayer Levante-EMV.

Muchos de los ciudadanos que en la soleada mañana de ayer acudieron a la playa ni siquiera sospechaban que sus movimientos estaban siendo registrados por las cámaras instaladas en el Balneario de las Arenas. Era el caso de Juan Mateos, un turista madrileño que acudió a la playa con su familia y que no dudó en mostrar su contrariedad a la iniciativa: "Por muy público que sea este lugar, si yo no sé que me están grabando, se vulneran mis derechos", sostuvo. Es por ello por lo que Mateos afirmó que es necesario que se instale la cartelería adecuada que indique que hay cámaras de vigilancia, "como manda la jurisprudencia". Mateos incidió en el hecho de que la cartelería no sólo debe indicar la existencia de las cámaras, también dónde puede ir el ciudadano a recuperar esas imágenes.

La opinión de este turista fue compartida también por Iñaki Goicoechea y Saioa Martín, una joven pareja de la localidad vizcaína de Plentzia, que pasa en Valencia parte de sus vacaciones. "Al final estamos cada vez más vigilados y ni siquiera nos enteramos", afirmaron. En su opinión, el problema de las cámaras no es tanto un posible ataque a la privacidad -"siempre y cuando no enfoquen a viviendas particulares", puntualizaron-, como de control sobre qué se graba y qué destino tienen esas imágenes.

Por su parte, para el joven valenciano David Moll, el motivo esgrimido por el Ayuntamiento para instalar el dispositivo -aumentar la seguridad frente a los hurtos en las playas-, es una "medida de cara a la galería". Moll se mostró a favor de la petición de la Federación de Asociaciones de Vecinos, y argumentó que "la sensación de seguridad la da la presencia física de los agentes, no una cámara".

Seguridad antes que libertad

Pero para Vega González, una turista de Santander, "es imposible poner un policía para cada uno", por lo que aplaudió la iniciativa consistorial. "En estos tiempos ya no te puedes sentir segura ni en casa. Si debo elegir entre seguridad y libertad, me quedo con la seguridad", sostuvo. González no vio problemas de privacidad en la medida: "¿Dónde está la privacidad si la gente hace el amor en la playa?", argumentó.

El pasado jueves, la concejala de Playas, Sanidad y Consumo, Lourdes Bernal, anunció la puesta en marcha de un proyecto que no dudó en calificar de "pionero". Se trataba de la instalación de tres cámaras de vigilancia en el Balneario de las Arenas que enfocan todo el perímetro de la playa de la Malva-rosa hasta el final de la playa del Cabanyal. Una de estas cámaras enfocará a la playa en un plano fijo, y su imagen podrá verse en la propia web municipal, donde se dará información actualizada de la temperatura y del estado del mar.

Pero otra cámara, cuyo acceso estará restringido a la policía, permitirá identificar a cualquiera que sea captado cometiendo un delito o alguna infracción. El proyecto tiene el visto bueno de la Agencia Española de Protección de Datos, aunque desde el PSPV consideran ilegal la medida, y pedirán la retirada del dispositivo en septiembre, por entender que atenta contra la intimidad de los usuarios. ó. B.Valencia

Una iniciativa pionera que nace envuelta en la polémica

El pasado jueves, la concejala de Playas, Sanidad y Consumo, Lourdes Bernal, anunció la puesta en marcha de un proyecto que no dudó en calificar de «pionero». Se trataba de la instalación de tres cámaras de vigilancia en el Balneario de las Arenas que enfocan todo el perímetro de la playa de la Malva-rosa hasta el final de la playa del Cabanyal. Una de estas cámaras enfocará a la playa en un plano fijo, y su imagen podrá verse en la propia web municipal, donde se dará información actualizada de la temperatura y del estado del mar.

Pero otra cámara, cuyo acceso estará restringido a la policía, permitirá identificar a cualquiera que sea captado cometiendo un delito o alguna infracción. El proyecto tiene el visto bueno de la Agencia Española de Protección de Datos, aunque desde el PSPV consideran ilegal la medida, y pedirán la retirada del dispositivo en septiembre, por entender que atenta contra la intimidad de los usuarios. ó. B. Valencia

Testimonios

David Moll

vecino de valencia

«Se trata sólo de una medida de cara a la galería»

Para este joven, la colocación de las cámaras de vigilancia en la playa de la Malva-rosa «es sólo una medida de cara a la galería», ya que entiende que los bañistas tendrán una mayor sensación de seguridad «con más policías patrullando a pie de playa».

Juan Mateos

turista madrileño

«Si no sé que hay cámaras, vulneran mis derechos»

Este turista madrileño dice que la preservación de sus derechos es fundamental. «Por muy público que sea un lugar, si yo no sé que hay cámaras, están vulnerando mis derechos». Señaló que si no se dota de medios a la iniciativa es «como un coche de policía sin agentes dentro».

Vega González

turista de santander

«Ayudarán a identificar

a los delincuentes»

Ante la evidencia de que «no es posible destinar un agente a cada bañista», esta viajera santanderina afirmó que «es más barato colocar una cámara». Y se muestra convencida de que, en cualquier caso, las videocámaras «ayudarán a identificar a los delincuentes».

Iñaki y Saioa

turistas de plentzia

«Hay que saber quién graba,

qué se graba y el destino»

Para esta pareja de la localidad vizcaína de Plentzia, el problema de las cámaras de vigilancia en las playas radica en «una cuestión de control: quién graba, qué se graba y cuál es el destino que se le da a dichos contenidos», y no tanto una vulneración de la intimidad.

Marcel Cuevas

vecina de valencia

«Se viola la intimidad

de muchos bañistas»

Para esta joven vecina de Valencia, la existencia de las cámaras supone que, en la práctica, «se viola la intimidad de los bañistas». Como muchos de los ciudadanos que ayer se acercaron a la Malva-rosa, Marcel desconocía la medida puesta en marcha por el ayuntamiento.