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Tener la ciudad "lo más verde posible". Ése es el objetivo, según Ramón Isidro Sanchis, alcalde en funciones y concejal de Residuos y Limpieza, que defiende la utilización de césped natural para enmascarar las vías del tramo de la futura línea 2 de tranvía a su paso por la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Precisamente por situarse en ese entorno singular, el ayuntamiento ha intentado "conjugar la funcionalidad del tranvía con la estética del complejo turístico, adoptando una solución de césped verde", según aseguró ayer, en la apertura oficial del nuevo puente de Nazaret, el director general de Transportes de la Generalitat, Vicente Dómine.

El césped, con su correspondiente abono de corteza de pino, se halla sobre la plataforma de las vías del tranvía y discurrirá hasta, aproximadamente, la mitad del puente que transcurre sobre el ferrocarril Valencia-Barcelona.

La "movilidad sostenible" con la que Dómine califica este nuevo proyecto se ha utilizado también en varias ciudades españolas, aunque casi siempre ha fracasado como tal y han terminado sustituyéndola por una solución del césped artificial. En Tenerife, los costes derivados del sistema de riego, la jardinería y el mantenimiento del césped que se instaló en varios tramos del tranvía ascendían a un total de 365.000 euros al año. Hasta que, recientemente, se decidió recortar presupuesto cambiándolo por el artificial. Un caso similar ocurrió en Parla, localidad madrileña pionera en la utilización de hierba sintética en las vías del tranvía, ante las quejas que había suscitado, anteriormente, la natural. Su primer teniente de alcalde, José María Fraile, explicó los beneficios de este nuevo tipo de pavimento, que ha supuesto para el municipio "mejoras medioambientales, económicas y de mantenimiento". Barcelona, en cambio, sí mantiene varios tramos de césped natural para el tranvía, que combina con otros que utilizan el sintético. Entre otras cosas, los ayuntamientos se ahorrarían entre dos y cuatro riegos semanales.

¿Por qué no optar por el césped artificial entonces? Ramón Isidro considera que "es algo que Valencia se merece", tras afirmar que "donde esté lo natural que se quite el resto". Por otro lado, el concejal asegura que se trata de "un césped de bajo mantenimiento, con menos necesidad de poda y de riego". Aún así, para su cuidado se necesitarán labores diversas, como la aplicación periódica de abono, el control de posibles enfermedades o la continua poda, entre otras tareas. El deterioro de algunas zonas, como sucedía en Tenerife, será otro de los problemas con los que tendrá que enfrentarse el ayuntamiento. Las zonas amarillentas que se desgastan tendrían que ser entonces recuperadas mediante complejos sistemas de jardinería profesional.

Agua para todos

Para justificar sus argumentaciones, Ramón Isidro aseguró que la zona de la Ciudad de las Artes "no tiene problemas hídricos", así como también que el césped será regado con agua no potable a través de uno de los "36 pozos en perfecto estado que existen en el subsuelo de la ciudad". Atrás quedan los mensajes del presidente de la Diputación, Alfonso Rus, en favor de las bondades de los campos y parques de césped artificial, porque, como ya ratificó rotundamente Isidro ayer, mientras sea él concejal de Medio Ambiente "todo el césped que se coloque en la ciudad será natural, cueste lo que cueste".

En otro intento de "armonizar" las obras de la Línea 2 con el entorno de la Ciudad de las Artes, el Bulevar Sur ha sufrido también reformas, mediante la plantación de una serie de palmeras a los bordes de la vía. Según Alfonso Novo, concejal de Transportes, "ahora tienen las hojas recogidas, pero cuando se extiendan le darán a la vía un carácter diferente".