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"La mejor oportunidad que tiene Valencia de potenciar su conexión con el mar es a través del río Turia y no del Cabanyal". Así lo cree al menos el profesor de Urbanística de la Universidad Politécnica de Valencia Rafael Temes que ayer participó en el Taller Cabanyal, organizado por el PSPV en colaboración con la Universitat de València y la Universidad Politécnica. Tras abordar los aspectos históricos y urbanísticos del barrio marítimo, los expertos que participan en estas jornadas críticas con el plan especial del Cabanyal y la prolongación de Blasco Ibáñez se centraron en analizar alternativas para llegar al mar que no pasen por el derribo parcial del conjunto histórico.

Según Termes, la prolongación afectaría a las dos principales características de la morfología de los poblados marítimos: el tamaño de sus parcelas, consecuencia de las dimensiones de las antiguas barracas, y la división entre barrios, derivada de la antigua división del territorio litoral mediante acequias.

"El Cabanyal es un superviviente", destacó Termes. Las circunstancias extremas, como el incendio de 1796 que destruyó el 16% de las 503 barracas existentes, "lejos de debilitarlo le han permitido seguir creciendo". Tras aquel suceso quedó clara la necesidad de cambiar la tipología constructiva del barrio.

Bombardeos y dos incendios

Otro incendio afectó en 1875 a prácticamente al Cap de França, destruyendo el 47% de sus barracas y dejando sin hogar a 300 familias. La Sociedad Económica de Amigos del País Valenciano ideó un segundo plan de transformación que, manteniendo la trama, proponía sustituir las barracas de barro y paja por otras de ladrillo. El plan contemplaba extender el modelo a todos los Poblados Marítimos pero sólo se ejecutó en una manzana y gracias al impulso económico del Marqués de Campo. Posteriormente, el Cabanyal fue el barrio de la ciudad más dañado por los bombardeos sufridos durante la Guerra Civil. Los edificios se reconstruyeron después con mayor solidez, más altura, y mejor calidad.

En el turno de preguntas, Termes estableció una comparación con Ciutat Vella y aseguró: "Si hoy se pusiera sobre la mesa prolongar la avenida del Oeste, nadie entraría en la discusión. ¿Por qué entonces la prolongación de Blasco Ibáñez, si la ciudad ya está conectada con el mar? Hay iniciativas modernas que mantendrían la vitalidad tan difícil de conseguir en el barrio".

En estas línea, abundaron los profesores de proyectos arquitectónicos de la UPV Marilda Azulay Tapiero y Vicente García Martínez que apostaron por operaciones sencillas de rehabilitación, sin necesidad de grandes obras. García Martínez dijo que la historia del urbanismo "está llena de casos en los que actuaciones grandes no han sido efectivas" y citó la avenida del Oeste en Valencia como una muestra del error que supone abrir una avenida a través de una zona ya edificada. "Con la apertura al mar atravesando el Cabanyal se va a generar un problema por destrucción". El urbanista aseguró que hay alternativas a la prolongación del Cabanyal "clara y recta" prevista por el gobierno de Rita Barberá que plantean una plaza al final de Blasco Ibáñez que mantiene más o menos la trama actual.

Marilda Azulay habló de la ciudad como un sistema complejo de elementos interrelacionados, en los que un cambio puede tener repercusiones en toda la ciudad, y citó como elementos significativos de Valencia la Ciutat Vella y sus ensanches, Cabanyal y Blasco Ibáñez.