L'Hort de Romero o de Monforte ha sobrevivido como una isla verde en pleno corazón de la ciudad a los avatares de la historia, entre ellos, la agresiva operación inmobiliaria promovida en 1960 en el Llano del Real y que acabó con el palacete de Ripalda. El proyecto de apertura de la tapia que aisla el jardín y preserva su esencia impulsado por el Ayuntamiento de Valencia ha puesto el foco sobre un patrimonio natural y arquitectónico más conocido por ser el lugar donde se celebran bodas civiles que por su verdadero valor histórico. El jardín de Monforte, que goza de la máxima protección patrimonial, es según apunta la investigadora María Teresa Santamaría uno de los tres jardines neoclásicos-románticos más importantes de España. Aunque de menor superficie, es comparable con el madrileño parque del Capricho o con el bucólico jardín del "Laberint d'Horta", en Barcelona. Tanto el Capricho como el Laberinto son jardines cerrados, "hortus conclusus", aislados por muros que ni el Ayuntamiento de Barcelona ni el de Madrid tienen previsto alterar.

La demolición parcial del muro del jardín de Monforte planeada por el Ayuntamiento de Valencia para facilitar el acceso y uso ciudadano del recinto y a la vez mejorar la oxigenación de los árboles asfixiados por la tapia ha generado reacciones de rechazo de expertos en jardines históricos, asociaciones culturales, políticos e incluso de los antiguos propietarios del jardín, entre ellos, el ex conseller de Cultura y cónsul en Nueva York, Fernando Villalonga.

El jardín del "Laberint d'Horta" es el más antiguo de Barcelona y está ubicado en el distrito de Horta-Guinardó de Barcelona. Fue construido en el siglo XVI y reformado en el siglo XVIII. Está dividido en dos espacios: el jardín neoclásico y el romántico. Por todas partes se encuentran piezas escultóricas, algunas relacionadas con la mitología griega y otras con motivos rústicos, así como un gran número de fuentes, surtidores y balsas de agua. El jardín del Capricho de Madrid fue impulsado en 1787 por los duques de Osuna, una familia aristocrática de abolengo. Cultivados en las artes, la música y la literatura, adquirieron la finca de Alameda con objeto de alejarse de la ciudada y dar rienda suelta a sus gustos artísticos. Jardineros, arquitectos y escenógrafos trabajaron en el embellecimiento del espacio que la duquesa quiso decorar el jardín con arquitecturas efímeras ("caprichos") que han perdurado en el tiempo como el abejero, la ermita, el Casino de Baile y el embarcadero. Los edificios conviven con infinidad elementos de agua y esculturas. Tras la muerte de los Osuna, el jardín del Capricho pasó por diversas manos. En 1934 fue declarado Jardín Artístico. Ocho años más tarde se reconoció con la misma figura a l'Hort de Romero o Monforte. En la restauración de ambos espacios intervino Xavier de Winthuysen, inspector del Patronato de Jardines Artísticos de la Dirección General de Bellas Artes.

Desde 1974 el parque del Capricho es parte del patrimonio madrileño. El ayuntamiento ha llevado a cabo entre 1987 y 2007 una cuidada rehabilitación de este "espectacular" jardín al que se ha dado un uso "limitado". Tiene un aforo de mil personas y sólo puede visitarse en horario diurno porque se decidió no instalar farolas para evitar la contaminación lumínica. El ayuntamiento organiza allí conciertos de música clásica y jazz y otras actividades culturales.