Román de la Calle (Alcoi, 1942) atesora reconocimientos y cargos. Es catedrático de Estética y Teoría del Arte de la Universitat de València, «presidente número 55» de la Real Academia de San Carlos y fue nombrado director del Museo Valenciano de la Ilustración (MuVIM) en 2004. Defiende la independiencia de la academia como órgano consultivo de la Generalitat pero reconoce las presiones en ciertos temas de patrimonio histórico como el Cabanyal o Tabacalera.

¿Qué cometido tiene la Real Academia de San Carlos?

Es una institución con 250 años de historia que estaba formada por la academia, la escuela y el museo de Bellas Artes. Durante siglos tuvo un gran poder pero a partir del siglo XIX, poco a poco, fue fragmentándose . Cuando la academia se queda sin las extensiones de la escuela y el museo de Bellas Artes se convierte en un órgano de asesoramiento de las instituciones. Las instituciones políticas suelen jugar a pedir informes a los órganos consultivos. Yo he establecido las sesiones plenarias extraordinarias con carácter itinerante. Todos los años nos desplazamos a tres o cuatro ciudades. La última reunión la celebramos en el Monasterio del Puig porque en el camarín hay unas pinturas de Vergara muy deterioradas y queríamos verlas para hacer informes.

¿Cree que los políticos tienen en consideración suficiente los dictámenes de sus órganos consultivos?

Los informes son para tener datos y deben ser plurales y distintos. Quien sopesa luego es la institución que los pide. Quiero creer que se adoptan decisiones democráticas. No le voy a negar la decepción que se lleva uno cuando ve que su informe no ha sido tenido en cuenta. Cuando se tienen en consideración, te queda la satisfacción moral de que el esfuerzo y lo que se ha dicho se ha tenido en cuenta.

El informe de la academia sobre Tabacalera desaconsejó el derribo de las naves traseras y cayó en saco roto

Fue un informe muy discutido porque parte de los académicos no estaba de acuerdo. No hubo unanimidad. Fue aprobado por mayoría. El director general de patrimonio de entonces [Manuel Muñoz], era miembro de la academia. Se vio afectadísimo y hubo muchas tensiones. Al final de todo, como no nos amarra el interés económico tenemos no digo más autonomía porque dependemos de las aportaciones públicas (Generalitat, diputación y ayuntamiento de Valencia), pero sí podemos atender la diversidad de opiniones. La opinión de la academia en este sentido es sincera, coherente y mayoritaria.

¿Tienen color político los órganos consultivos?

En teoría no, aunque las personas son de izquierdas o de derechas. El que no quiera ver eso es miope. En la academia creo que hay bastante equilibrio de fuerzas. Cuando me puse al frente de San Carlos (2007) el presidente del Consell Valencià de Cultura [Santiago Grisolía] me pidió que nos reuniesemos para ver qué ibamos a hacer. Yo le expuse una metáfora. Una institución encarga a dos señores que vayan a hacer un informe al mismo sitio. Uno va en coche oficial, lo tiene todo pagado y cuando lo entrega obtiene una remuneración. El otro tiene que coger un taxi o ir en su coche privado, pagarse la comida y cuando entrega el informe le dan una palmadita en la espalda. Esa es la diferencia que yo quería salvar. En la academia nadie cobra nada. Lo hacemos por total voluntarismo y estoy convencido de que no lo estamos haciendo mal. Nunca se han hecho tantas actividades como ahora ni se ha publicado tanto. Nuestros informes son rigurosos.

¿Qué opina de la intervención del Ministerio de Cultura contra el plan del Cabanyal? ¿Conoce el informe de la Academia de San Fernando, de la que es miembro, avalando al Gobierno?

Las academias suelen ser conservacionistas y la de San Fernando se ha pronunciado en ese sentido. No estoy seguro de cuál sería el resultado en la academia de San Carlos. Nunca se nos ha pedido que informemos del Cabanyal. Alguna vez se ha planteado informar sin que nos lo pidieran pero hay miembros que no han sido partidarios de pronunciarse sin ser consultados. El ministerio no siempre se pronuncia y muy a menudo deja hacer. Si los pronunciamientos fueran siempre regulares me parecería correcto. Bien es cierto que en el caso del Cabanyal el informe se solicitó [por el Tribunal Supremo]. Creo que tiene derecho a pronunciarse si se le ha solicitado, pero habitualmente son las autonomías las que tienen esa responsabilidad.

Critican en otro informe el derribo del muro del Jardín de Monforte ¿Qué problema hay en cambiarlo por un reja?

No sólo son cuestiones de estética, sino de tradición y de historia. Si unimos las tres cosas la discusión nos lleva a ese planteamiento. Creo que el informe es muy equilibrado. El ayuntamiento no no lo solicitó, fue una entidad privada [Cercle Obert] y no sé si la alcaldesa lo tendrá en cuenta. Las academias suelen ser conservacionistas no sólo por tradición y peso histórico, también por un intento de rescatar y mantener el patrimonio. En Monforte hemos pedido que no se tire el muro porque es uno de los jardines históricos más importantes.

El Colegio de la Seda se cae a trozos ¿Harán como sus colegas del CVC que han hecho una donación de su bolsillo para rehabilitarlo?

El Colegio de la Seda es de una fundación privada. Eso no obsta para que un monumento tan importante del siglo XVIII, de la Ilustración, se salvaguarde como pueda. Yo he sugerido que se haga una fundación donde estén todas las entidades para que haya mayor implicación. Ahora sólo se están poniendo parches. Cualquier día se hundirá una parte o desaparecerá su cerámica magnífica y entonces nos tiraremos de los pelos. Si se restaura, nosotros queremos hacer una gran exposición sobre la industria tradicional de la seda en la Comunitat.

¿Como gestor de un contenedor cultural qué fórmulas cree que se podrían dar para evitar que edificios industriales valiosos como la Ceramo caigan en el abandono?

Es el peor de los momentos posibles. Los presupuestos de la Dirección General de Patrimonio imagino que cada vez son más limitados y el patrimonio al que debe atender grandísimo. Cada pueblo tiene su ermita, su iglesia y su palacio. El patrimonio histórico ha sido tradicionalmente el chocolate del loro. Se trabaja siempre por urgencia. Menos mal que hay fórmulas como la de la Luz de las Imágenes.

¿Y el mecenazgo?

La iniciativa privada está muy menguada. Como director del Muvim busco ayudas y no es fácil. No hay benefactores privados, sólo instituciones bancarias y algunas empresas. Luego está el papel de la sociedad civil a la hora de proteger el patrimonio, pero es limitado. El eco de los «salvem» es muy poco, siempre se los identifica con cuestiones políticas. Nos conmovemos más por catástrofes ajenas que por el día a día patrimonial. A la Ceramo como a cualquier arquitectura hay que darle uso, el que sea. Se habla de grandes contenedores culturales pero se olvida que hay que llenarlos y la cultura es una actividad cara.

«Sueño con este museo y su jardín arqueológico»

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Es usted catedrático de Estética ¿Aprueba Valencia la asignatura?

Hay cosas que están bien y otras que están mal. Yo exigiría que el diseño tenga tres elementos fundamentales: divertimento, utilidad y transofrmación constante. Si lo que se pone no da un paso más allá de lo habitual es una reiteración y es ruido. Unir esos tres elementos no es fácil. Hay ruido cuando hay repetición en el lenguaje. Si yo me paseo por la parte nueva de la ciudad, la que va al mar encuentro mucho ruido. Hay mucho ruido, hay mucho tráfico visual.

¿Y los trajes de Camps le parecen estéticos?

(risas) Ahí no opino. Yo no soy sastre...

¿Le gusta que las obras de arte decoren los despachos oficiales?

No. Nunca he sido partidario. Prefiero que se compre obra gráfica que se puede proteger con cristal. Hay algunas obras en un estado lamentable. Ya no se fuma pero están las calefacciones.

¿Se ha quejado ya a Alfonso Rus de cómo le han dejado los accesos al Muvim con el jardín arqueológico a medio hacer?

Sí, pero es que depende de la Generalitat . Hay un prespuesto y primero tiene que pasar el rodillo arqueológico. Cuando vi que empezaron, me llenó de satisfacción pero el parón me preocupa. No es un buen momento, y está en medio de la ciudad. Yo sueño con un museo como estes con un jardín como el que diseñó Vázquez Consuega, que incluyó aportaciones mías, como la idea del cine al aire libre que ya han hecho en el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York). La idea está, falta que llegue el dinero.