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l benemérito Alfonso Esponera Cerdán, Director del Centro de Estudios sobre San Vicente Ferrer, nos ha descubierto en un reciente estudio sobre la "Compañía de Discípulos" del patrón del Reino de Valencia que este personaje histórico estuvo implicado en la "trama Gurtel" de su tiempo. También nos explica como reaccionó y como lo solucionó, enseñanza que sería muy provechosa para los tiempos actuales.

El 13 de diciembre de 1414 el Pare Vicent manifiesta su alegría por encontrarse en Zaragoza, y las grandes muestras de caridad que allí ha encontrado, "porque entre otros hay un hombre en esta ciudad que tiene abierta su tienda de paños para todo hombre que se quiera vestir por amor de Dios". Este dato ya nos recuerda al célebre sastre de la calle Serrano de Madrid que parece ser regalaba vestimentas apropiadas a nuestros menesterosos políticos. El sastre de Zaragoza se le adelantó en varios siglos.

Pero al poco estalla de indignación San Vicente al enterarse de lo siguiente: "Os diré ahora una maravilla. Anoche recibí un peregrino de la ciudad de Daroca avisándome que un hombre llamado Bernardo Aguiló fue a Daroca con una carta fechada de mi parte, diciendo así: Honorables Señores. Yo, Maestro Vicente, os he prometido de ir ahí, saliendo de Zaragoza, y la gente de nuestra Compañía está pobre y enferma y necesitaría vestirse. Sea de vuestro gusto el socorrerlos". San Vicente explica que de inmediato la ciudad de Daroca le preparó algunos paños o telas, pero que el avispado impostor les había pedido dinero. El consistorio le entregó una importante cantidad de dinero, pero uno de los concejales sugirió que debían retenerlo: "Señores, mandemos un correo al Maestro Vicente, y sepamos si es así o no; y tengamos asegurado a este hombre hasta obtener la respuesta". Gracias a la sospecha de este daroqueño aquel expolio de capitales públicos fue descubierto, pues San Vicente descubrió el engaño: "Yo les he respondido que todo es falso". Además el dominico añadió una lección: "Tened esto por regla: nadie que os pida cosas no le tengáis por hombre nuestro, porque nosotros guardamos la forma de la Compañía de Jesucristo y no pedimos cosas... Pero si algún malvado quiere ser Judas, hartadlo de puñaladas y echadlo de casa".

Así de contundente resolvía San Vicente los casos de corrupción política: acuchillados a las bravas y de una patada a la calle. Quizá esta contundencia sea la que asuste todavía a las generaciones actuales y por ello marginen a San Vicente en lugares muy especiales. Me cabe lamentar, y así se lo comuniqué a su presidente el pasado Domingo de Gloria, que el Consell Valencià de Cultura haya omitido en su agenda oficial -que muchos usamos como diaria- que hoy es la festividad del Patrón del Reino de Valencia. A quien tenga estos olvidos tan lamentables no le administraremos remedios tan duros como los aplicados a los corruptos, pero sí le consideramos acreedor de una buena reprimenda.