"Los jóvenes están mucho más tranquilos que ayer. Son más cívicos. Tal vez es porque estudian carreras técnicas". Así resumía el segundo día de macrobotellón en el Grao, el portavoz del Grupo las Ánimas, empresa organizadora de las paellas de la Universidad Politécnica, tras el paso de los 13.000 estudiantes de la Universitat de València, que destararon, el día anterior, las críticas de los vecinos por las molestias y la basura generada. Independientemente de las carreras que estudiaban unos y otros, hubo una diferencia palpable entre las paellas celebradas el pasado jueves, y las de ayer, a las que asistieron 12.000 estudiantes, según la delegación de alumnos y 8.500, según la empresa organizadora.

Y es que el Grupo las Ánimas enmendó algunos de los errores que cometió durante la primera jornada del macrobotellón, ubicado en la explanada de la antigua estación de ferrocarril del Grao. Para empezar, contó con un refuerzo de la policía local -que "empujaba" a los miles de jóvenes a entrar en el recinto para evitar la suciedad y las molestias en las inmediaciones del mismo-, y para continuar, mejoró los accesos, incluyó bocadillos en el menú e instaló una carpa informativa para la delegación de alumnos. El resultado: más civismo y control en la que fue la segunda jornada del macrobotellón en el Grao.

Eso sí, en el interior del recinto, no hubo diferencia alguna entre el ambiente festivo de la primera jornada, y el de la segunda. Los estudiantes de la Politécnica celebraban, por primera vez, una fiesta conjunta para las diferentes escuelas, una idea que no acabó de cuajar con éxito entre los asistentes. "Preferimos el recinto de nuestra universidad para poder cocinar nuestras paellas y vivir la fiesta más en familia, incluidos los profesores". Los asistentes, además, afirmaron que "faltan váteres, cubos de basura, mesas y sillas para poder dejar las cosas... Y encima, de la discoteca nos tiran a las 23 horas... y eso que hemos pagado 6 euros".

La policía no impidió beber en la calle para no «exaltar los ánimos»

Durante dos días seguidos, 25.000 jóvenes se han reunido en el Grao para disfrutar de las paellas universitarias y de su propio «botellón». Los 30 agentes de la policía local, sin embargo, no han puesto ni una sola sanción por beber alcohol en la calle. Fuentes municipales aseguraron ayer que, en este tipo de aglomeraciones, es la propia policía «quien decide si sancionar o no. En las paellas universitarias decidieron que era mejor no multar a nadie para evitar una batalla campal. El objetivo era no exaltar los ánimos para que no hubieran altercados». Los agentes, a pie de calle, aseguraban que «nosotros, simplemente, cumplimos órdenes e instamos a los jóvenes a que entren en el recinto. Hoy no multamos a nadie».