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"Estamos en el aire", avisaron los técnicos de sonido. A Guzmán, postrado en una silla de ruedas y sin apenas capacidad de movimiento, la frase podía parecerle irónica. Pero en cierto modo era así: ayer empezaba el primer programa de radio Mayores en las ondas, hecho por los dependientes de la residencia pública Palau de Raga de Valencia, y a Guzmán eso le permitía despegar de la silla con su voz y su imaginación. Con los auriculares puestos y frente al micrófono, él fue el primer locutor del programa radiofónico y aprovechó para hablar de la amistad. "Hoy son todo amigos y después, a la hora de la verdad, nadie es amigo. No se parece en nada a la amistad de antes", dijo en directo. Un amigo, rememoró, era aquel Feliuet que "en la época de carestía en la que sólo tenías un boniato para pasar el día", le dio la mitad del pan que tenía en su casa para que su familia aplacara el hambre.

Tras la tertulia amistosa llegó el turno de la poesía. Rosa es la musa lírica de esta emisora. Ayer, con la presión del directo, se hizo un lío con las gafas de lejos, las de cerca y los auriculares. Pero aun así consiguió salvar el tipo. Recitó versos suyos ("La amistad no es un negocio de conseguir objetivos") y también declamó poemas de Pablo Neruda y de la madre Teresa de Calcuta mientras su pierna izquierda, con un visible derrame producto de las varices, no paraba de moverse.

A continuación, la música de Dyango y los primeros anuncios de Nocilla rescatados de internet daban paso a la tertulia culinaria. En la mesa, tres veteranas de los fogones hoy tan arregladas como si en vez de la radio estuvieran en la televisión. Perfecta Sacristán, de 85 años, enseñó cómo hacer las patatas a la importancia. Josefa Martínez, de 89, aunque se trabó y no se acordaba del nombre de las setas, desveló el secreto de unas buenas pechugas con verduras y disfrutó del programa porque, dijo, "a mí todo lo que sea jaleíco me gusta mucho". La tercera cocinera, Vicenta Fernández, de 91 años, explicó su forma de hacer macedonia -"con unas gotitas de whisky"- y acabó un poco harta de la sesión radiofónica. "¡Qué calor dan los auriculares! ¡Muchísimo calor!", se quejaba esta nonagenaria.

Y mientras unos y otros desfilaban por los micrófonos del estudio, una mujer con el rostro sereno y la mirada despierta aguardaba fuera, en el pasillo. Ella es La Entrevistadora. Sentada en una silla de ruedas marca Guidosimple y con las piernas protegidas por una fina manta, La Entrevistadora no para de sonreír y ver desfilar a los tertulianos. Pero ella espera. Se llama Lola Solís y, pese al collar de perlas y las pulseras que luce, la semana que viene cumple 100 años. Hoy tiene la responsabilidad de entrevistar a la consellera de Bienestar Social, Angélica Such. Antes de la entrevista, apenas cruza unas palabras con ella. Después, frente al micro, dispara una pregunta tras otra: "¿Por qué motivos se ha dedicado a la política?", "¿Cuánto hay de obligación y de placer en ello?", "¿Dónde suele pasar las vacaciones?"É

La entrevista queda bien. Después de una sintonía final, la periodista Amparo Suay -coordinadora de la emisora- despide el programa y los mayores e invitados arrancan una fuerte ovación, al estilo de otras proezas periodísticas como la del mítico programa de la CBS contra el senador McCarthy o el descubrimiento del caso Watergate en la redacción del Post. La satisfacción es generalizada. Sin embargo, en el pasillo, una anciana en silla de ruedas está triste. La apretada agenda de la consellera ha impedido su intervención y ella quería salir en la radio. La queja de María se soluciona pronto con un simulacro posterior en el estudio. Todos contentos. Mayores en las ondas ha echado a andar. Y los residentes del Palau de Raga tienen otra ilusión en su vida: hacer radio.