Las hélices y los motores se adueñaron ayer del ambiente acústico y visual de la playa de la Malva-rosa de Valencia con la celebración de la VII edición del Festival Aéreo de la ciudad del Túria.

La cita, que comenzó a las diez de la mañana y finalizó sobre las dos del mediodía, registró la asistencia de más de 400.000 personas, según las cifras aportadas por la Policía y Protección Civil. El protagonismo inicial tuvo un marcado carácter amateur, a través de las coreografías interpretadas por los ultraligeros procedentes de la escuela castellonense de la Llosa, los vehículos ligeros del Real Aeroclub de Valencia y los integrantes del Paraclub Valencia.

Tras las primeras maniobras, fue el turno de las aeronaves, cuando historia e ingeniería se dieron la mano con la aparición de la Supersaeta HA-220 pilotada por el valenciano Víctor Lleó, el actual caza F18 del Ejército del Aire y el amerizaje realizado por el hidroavión Canadair CL-415.

Capítulo aparte mereció la actuación de la Patrulla Acrobática paracaidística del Ejército del Aire (PAPEA), segmentada a través de dos grupos de tres profesionales que realizaron ejercicios de precisión e impacto acelerado. Uno de sus movimientos tuvo como eje principal en anclaje en la arena levantina por primera vez en la historia de la cita de una senyera de grandes dimensiones cedida por el ayuntamiento.

Los decibelios subieron de nivel con la aparición de los diferentes helicópteros presentes en el festival, pertenecientes a la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía, la Dirección General de Tráfico y Aduanas. Destacaron el "Jaume I", de última generación y la nave de localización y detección Sasemar.

El broche final de la edición 2010 lo pusieron los miembros de la afamada patrulla Águila. El grupo de vuelo acrobático del Ejército del Aire cumple en 2010 su 25º aniversario y no dudó a la hora de plasmar en el cielo valenciano todo su arsenal de loopings, toneles y cruces imposibles, causando más de un susto entre el gentío congregado por la cercanía de las aeronaves. Todos los ejercicios realizados durante las cuatro horas de duración se realizaron en un cubo de seguridad de un kilómetro de longitud, que fue custodiado por un total de 250 personas, entre miembros de los cuerpos de seguridad y voluntarios de Protección Civil.