Incompetente, ignorante, inmoral político y miserable: comprendo que su mujer esté harta; lamentable y patética; portavoz, en unos casos, de grupos de izquierda radical y en otros de grupos violentos; continúa instalada en la ignorancia continuada; irresponsable y frívola; demagogia barata de radicales; sectarismo monstruoso y vergonzante; hipócritas y cínicos políticos". Los fantasmas de Barberá toman cuerpo en las personas de Zapatero, de la ministra González-Sinde, de Fernández de la Vega, de Cercle Obert, de Salvem el Cabanyal, de Compromís,...

En los últimos tiempos se habla mucho del incremento de la violencia escolar, de la gran conflictividad de los estudiantes. Los medios de comunicación nos informan casi a diario de casos de agresiones de alumnos e incluso de padres a los profesores. Una violencia y una inseguridad que a la postre parecen estar extendiéndose a la sociedad en su conjunto. La respuesta a estas situaciones de conflicto social, cuyo epicentro parece situarse en las aulas, suele invariablemente ser de tipo represivo y/o coercitivo (instalar cámaras de vigilancia, detectores de metales, sanciones más contundentes, poder de denuncia más amplios para los profesores). Una política restrictiva que olvida estrategias preventivas basadas en gran medida en la educación en valores, en el respeto y la tolerancia.

Se debería tener en cuenta, sin embargo, que el ejemplo de personas con relevancia pública juega un rol fundamental en el fortalecimiento de la educación. Una importancia pedagógica muy superior a casi todas las medidas represivas e incluso a las estrategias educativas clásicas, valorando el daño permanente de la violencia verbal que a diario vierten políticos crispados y agresivos, la farándula televisiva, tertulianos de tres al cuarto, y una larga lista de maleducados e ignorantes de toda clase y proveniencia.

Nuestra Doña Barberá, esa todopoderosa Alcaldesa de Valencia, muestra un empeño exagerado en confirmar los negros presagio que apuntan a su declarada y persistente mala educación. Que alimenta con toda clase de calificativos vertidos sobre sus contrincantes y que alimenta con la mecha prendida de un rostro petrificado y una mandíbula desencajada. Un esfuerzo excesivo que imaginamos que pretenda ser el aliciente que active la revuelta valenciana (sic!) contra los infieles que la han tomado con ella (porque queda claro que no está defendiendo a Valencia, tan solo apuntalando su poder!), que al final es sola y lamentablemente un pésimo ejemplo de agresividad y mala educación.

?Portavoz d'Els Verds y miembro de Compromís per Valencia