Son cerca de las dos de la tarde en la playa de la Malvarrosa de Valencia. El calor es sofocante. El cuerpo pide una caña bien fría, pero aunque la arena está llena de gente, las terrazas de los bares no tanto. La crisis ha hecho mella incluso en las tradiciones más arraigadas de los españoles, el aperitivo de los domingos, eso por no hablar de las comidas en familia en los restaurantes a pie de arena. El problema en Valencia es que una normativa municipal prohíbe comer en la arena, pero ello no impide a los asistentes a la playa disfrutar de sus platos, traídos desde casa, junto a la Mar.

La Policía Local admite que evita multar a las familias sin recursos que no pueden costearse un menú en un restaurante. Fuentes de este cuerpo consultadas por Levante-EMV afirmaron que, "sólo cuando vemos que 'toman' la playa como si fuera la cocina de su casa, les recordamos que está prohibido". Las mismas fuentes aseguraron que en esos casos, lo que suelen hacer es trasladar el 'chiringuito' al paseo marítimo, lugar en el que está permitido comer.

Los jubilados

A escasos diez metros del agua han plantado sus sombrillas María José Aguado y sus amigas. Son ocho mujeres de Valencia. "Venimos siempre que podemos, nos encanta el mar y tomar el sol", explica Amparo Folgado.

Junto a ellas, un sinfín de bártulos. Una mesa, las sillas, la nevera, las bebidas y la comida las han acompañado desde varios puntos de la ciudad hasta la Malvarrosa. Sin pudor ni vergüenza explican que la situación económica las obliga a salir de casa como si fueran las porteadoras de una expedición de Al filo de lo imposible.

"Y gracias a que estamos jubiladas y el bonobús es gratis, porque si no, no tendríamos dinero ni para venir a la playa" aseguró una de las ocho amigas. Mientras sacan el pisto, la ensaladilla y el melón del postre, una de ellas recuerda en voz alta aquellos días en los que se podía venir a la playa y tomar "la cervecita, los mejillones y las tellinas".

"A día de hoy, si queremos pagar la luz, el agua y el teléfono nos tenemos que olvidar de todos esos lujos. España está fatal, y los jubilados peor" aseguran con un tono de voz que denota entre rabia y añoranza por los tiempos pasados. Y mientras repiten: "Si pagas la luz olvídate de lujos".

Pero no sólo aquellos que ya no cotizan se han visto abocados a no poder salir a comer en familia. A poca distancia de María José y sus amigas se encuentran dos parejas. José, Juan, Laura y Amparo han llegado a la Malvarrosa con sus cuatro hijos desde el barrio de Marxalenes. Son ocho en total. Además de los juegos de playa de los pequeños, estas dos parejas han traído la mesa y la comida para todos ellos.

Aunque ninguno de ellos está en paro explican que es imposible pagar la cuenta de los ocho en un restaurante, es demasiado caro. "Antes se podía ir a comer en familia a un restaurante, ahora no. Todo ha subido menos los sueldos" sentencian. "Es agradable comer en la playa" concluyen.

Pese a todo siguen quedando excepciones. Micaela está de vacaciones con su marido y sus hijos. Han venido desde Madrid a pasar unos días en la playa con los niños. Ellos también han optado por comer en la arena, pero aseguran que no lo hacen por la crisis. "Preferimos comer aquí porque nos gusta más. Sólo vamos a estar unos días y queremos aprovechar al máximo el tiempo junto a la mar", asevera Micaela.

El caso de esta joven es la excepción que confirma la regla. Las familias han optado por llevarse las neveras con los tentempiés y la comida a la playa. No hay dinero, la crisis ha ganado la partida a las vacaciones. Los bares y restaurantes de la zona están notando el efecto de los más de cuatro millones de parados que hay es España. Ángel Muñoz es el dueño de "Els Angels", un restaurante a pie de playa que lleva abierto desde el año 1965. Muñoz explicó que "gente hay, incluso más que el año pasado. El problema radica en que no entran a los bares y restaurantes. Si antes se gastaban 50, ahora gastan 25".