Mónica Ros

valencia

Si alguien desea comprar una barraca histórica, de esas que ya no quedan, en Alboraia tienen una oportunidad única. Eso sí debe ir haciendo números para desembolsar 500.000 euros, una cantidad lejana a los cerca de 900.000 euros que los propietarios -la familia Lladró- pedían hace poco más de un año. Las instalaciones se encuentran en buen estado y rodeadas de huerta. Sin embargo, a tan solo unos metros se encuentra la autovía de Puçol, desde la que se divisa la barraca en venta que incluye, también, más de 5.500 metros cuadrados de terreno.

La histórica barraca tiene nombre propio -Cucaló- y fue la vivienda de una familia de labradores hasta hace casi medio siglo. Es más, el nombre es el apodo de la familia en cuestión. La barraca dejó de ser vivienda habitual cuando los Cucaló se trasladaron a vivir a un lugar más confortable. Sin embargo, el edificio siguió en pie para albergar los aperos de labranza, los animales de corral y servir de vivienda, en medio de la explotación agraria de la familia. Hace 40 años, la familia Lladró se interesó por la barraca. La firma de porcelana -ubicada entre Alboraia y Tavernes Blanques- pensó que el edificio sería un lugar "perfecto" para realizar algunas recepciones y eventos sociales ya que la construcción, rodeada de bancales de huerta, se encuentra un marco incomparable.

Abierta al público

La familia Lladró compró la barraca mediante una de sus filiales (la empresa Deygesa). Finalmente, la casa de huerta pasó a manos de José, tras repartirse junto con su hermano Vicente las diferentes propiedades rústicas de la familia. Con Vicente Hernández (padre de la actual consellera de Agricultura, Maritina Hernández) como presidente de la Fundación de Agricultura y Medio Ambiente (Fuvama), la barraca tomó un aire bien distinto al convertirse en un centro didáctico que se abrió al público como Museo de l'Horta. Los escolares fueron, principalmente, sus principales visitantes ya que en este entorno descubrirían cómo funcionó antaño la huerta y cuáles son los productos que se cultivan en la actualidad.

La Barraca Didáctica fue todo un éxito y contó con el patrocinio de la Diputación de Valencia, en cuya red de museos quedó encuadrada. Hasta que llegó la crisis y se cerró el grifo de las subvenciones. La barraca, sin embargo, pertenece a una ruta -del Ayuntamiento de Alboraia- que discurre por el camino del Gaiato, sube la mota del barranc del Carraixet y finaliza en la Barraca de Cucaló. La distancia de toda la ruta es de 2,5 kilómetros y el tiempo aproximado de duración, de una hora y media. Se puede realizar a pie o en bicicleta, y la dificultad es mínima.

La Barraca de Cucaló espera un nuevo dueño tras la decisión de la familia Lladró de deshacerse de un inmueble por el que han pasado miles de personas, que ha tenido diferentes usos y que se alza, en pie y majestuosa junto a la carretera, para recordarle a todo aquel que la mire lo que antaño fue la huerta valenciana y la vivienda de sus labradores.