Un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), liderado por el valenciano Josep María Trigo, ha descubierto que el cometa 29P/Schwassmann-Wachmann 1, situado entre los planetas Júpiter y Saturno, sufre estallidos cada 50 días.

Han estado más de tres años estudiando el cometa y como resultado han obtenido la certeza de que tiene estallidos luminosos una media de siete veces al año, más del doble de lo que se pensó en un principio.

El cometa se mueve alrededor del sol en una órbita casi circular situada seis veces más lejos de la estrella que la Tierra, por lo que su temperatura se sitúa en unos 113 Cº bajo cero. Esto hace que esté recubierto de pequeñas partículas de hielo que se agrupan en regiones a lo largo de su superficie. Los autores del estudio, con Trigo al frente, sugieren que cuando estas regiones quedan expuestas a la radiación solar, debido a la rotación del cometa, se produce una brusca sublimación del hielo que lo recubre, es decir, que cambian de un estado sólido a un estado gaseoso. La presión del gas hace que miles de partículas de tamaño micrométrico sean arrastradas, originándose de esta forma los estallidos, capaces de incrementar la luminosidad del cometa más de 100 veces.

"Tales explosiones en la superficie del cometa producen chorros de partículas que se expanden desde el núcleo a una distancia de decenas de miles de kilómetros. Las partículas de polvo de la coma del cometa crean densas cortinas que reflejan la luz solar, por lo que los estallidos son incluso fácilmente detectables con telescopios de aficionados", ha explicado Josep María Trigo.

Según el investigador valenciano, el estudio detallado de los estallidos de los cometas proporciona importantes claves sobre la composición, el comportamiento físico y la estructura interna de estos primitivos objetos, que prácticamente no han sufrido alteraciones desde el origen del Sistema Solar. "Tales cuerpos nos dan pistas sobre su papel en el comienzo del Sistema Solar, cuando se cree que se produjeron inmensas cantidades de polvo que, al ser interceptado por los planetas terrestres, irían enriqueciendo el contenido químico en la etapa previa a la aparición de la vida", ha destacado Trigo.

El estudio, del que se han obtenido los resultados aquí expuestos, se ha realizado empleando telescopios con aperturas entre 1 y 0,2 metros y en él han participado, además de científicos e investigadores profesionales, astrónomos aficionados con telescopios de entre 20 y 40 centímetros y cámaras digitales. Los observatorios, de Barcelona, de Madrid, de Murcia y Ávila, también han jugado un papel fundamental en el estudio.